MANAGUA.- El poeta Ernesto Cardenal falleció a las 3:06 de la tarde, de este primero de marzo de 2020, a sus 95 años de edad, debido a complicaciones de salud. "Su corazón falló", dijo la poeta, Gioconda Belli, al dar a conocer la triste noticia. Cardenal murió a las 15:10 locales (21:10 GMT), señaló Luz Marina Acosta, su asistente personal. “Nuestro amado poeta ha emprendido su proceso de integración al Universo, con la mayor intimidad con Dios”, afirmó.
"Les escribo para avisarles que Ernesto Cardenal, nuestro gran poeta, acaba de morir a sus 95 años,
después de una vida de entrega a la poesía y la lucha por la libertad y
la justicia", escribió la poeta, Gioconda Belli. Agregó que el poeta se
enterrará en Solentiname el próximo jueves o viernes. Gioconda invitó
al pueblo nicaragüense a una misa en la Catedral de Managua, este lunes 2 de marzo.
Bosco Centeno, amigo cercano de Cardenal y miembro de la comunidad de
la isla de Solentiname, en el sur del país, declaró a The Associated
Press que el sacerdote fue internado hace un par de días en un hospital
capitalino por un problema cardíaco.
El autor de "Epigramas" y "Cántico Cósmico", entre una vasta obra
poética, celebró sus 95 años el 25 de enero anunciando que preparaba un
nuevo libro. Dos días después fue internado de urgencia en un hospital,
donde permaneció unas dos semanas.
El poeta nicaragüense nació en Granada en 1925 y se dio a conocer con la obra El corno emplumado.
Ernesto Cardenal estuvo comprometido políticamente con el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), desde 1954 participó en las luchas contra el dictador Anastasio Somoza. Posteriormente, se convirtió en el principal crítico de Daniel Ortega,
quien traicionó el proyecto revolucionario.
“El mundo debe saber lo que está pasando en Nicaragua”, declaró el poeta en 2015, cuando el régimen orteguista reprimió a los campesinos que salieron a marchar para defender sus tierras, el lago y la soberanía, amaenzados por el proyecto de El Canal Interocneánico.
“El mundo debe saber lo que está pasando en Nicaragua”, declaró el poeta en 2015, cuando el régimen orteguista reprimió a los campesinos que salieron a marchar para defender sus tierras, el lago y la soberanía, amaenzados por el proyecto de El Canal Interocneánico.
Cardenal fundó una comunidad en la isla de Solentiname.
Su poesía es el reflejo de su radicalismo personal, denunció el
sufrimiento y la explotación de las llamadas repúblicas bananeras,
temática que centra su Canto nacional.
También promovió la teología de la liberación, las cuales se dejan entrever en sus poemarios Salmos, de 1964, y Oración por Marilyn Monroe y otros poemas, de 1965.
En
1956 escribió su extenso poema político "Hora cero", que fue
musicalizado posteriormente por el Grupo Pancasán y se convirtió un
icónico himno de la lucha de Sandino.
Fue ordenado
sacerdote en Managua en 1965. Luego, en 1979, con el triunfo de la
Revolución Sandinista, fue nombrado ministro de Cultura, cargo que
desempeñó hasta 1988.
La nueva vida de refugiados nicaragüenses en Costa Rica
En
el norte de Costa Rica, varios cientos de refugiados nicaragüenses
sobreviven a fuerza de machetes y de la convicción de que podrían ser
encarcelados o asesinados si regresan a su país.
En
octubre del año pasado una pequeña avanzada de campesinos nicaragüenses
se instaló en unas 117 hectáreas alquiladas que no habían sido
cultivadas desde hacía 40 años. El objetivo era subsistir de la única
forme en que saben hacerlo y contar con un sitio seguro donde esperar
que se acabe la represión del presidente nicaragüense Daniel Ortega.
Dormían
en el piso bajo toldos, se despertaban entre víboras y trabajaban desde
la salida del sol hasta el anochecer despejando la tierra para plantar
bananas, frijoles, yuca y maíz.
Son
un pequeño porcentaje de los aproximadamente 75.000 nicaragüenses que
han pedido asilo en Costa Rica desde que Nicaragua se hundió en una
crisis política en abril del 2018, aunque las autoridades creen que esa
cifra podría llegar a 125.000 --más del 2% de la población
costarricense-- hacia fin de año. Su espíritu emprendedor, el empeño que
ponen en su trabajo y su objetivo de ser autosuficientes han llamado la
atención de las Naciones Unidas y generado el respeto de los
costarricenses.
Al
frente de esta comunidad de refugiados está Francisca Ramírez, una
abuela de 43 años conocida como “Doña Chica”. Campesina y activista de
la localidad nicaragüense de Nueva Guinea, tiene contactos con
Washington y Bruselas que explota cada vez que puede para mejorar la
situación de los refugiados. Cuando el secretario de estado
estadounidense Mike Pompeo visitó Costa Rica en enero, Ramírez se reunió
con él.
Doña
Chica y su gente se instalaron en un terreno de cultivo que parecía una
selva y han surgido asentamientos en otras partes del norte de Costa
Rica. Producen la comida que consumen y generan dos cosas que Ramírez
dice son vitales para cualquier refugiado: Una fuente de comida
confiable y la dignidad del trabajo.
Lo
que Ramírez y otras 57 familias de aquí saben hacer es cultivar. Las
plantas de frijoles que se extienden hasta el horizonte son prueba de
ello. Todos los días recibe llamadas de nicaragüenses que desean sumarse
a una de esas comunidades. Ha tenido que rechazar esos pedidos. Dice
que no pueden aceptar más gente hasta que tengan una cadena de
suministro de comida afianzada.
La
seguridad de estas comunidades es una preocupación. Ramírez ha sido una
piedra en el zapato de Ortega por años y ha demostrado que es capaz de
movilizar a la gente. A menudo es comparada con la ambientalista
hondureña Berta Cáceres, quien fue asesinada. Las personas nuevas son
aprobadas después de una investigación de antecedentes en la que usa su
red de contactos adentro y afuera de Nicaragua.
La
mayoría de los refugiados que están con Ramírez provienen del sur de
Nicaragua y tienen contactos con su Movimiento Campesino. Cuando se
rebelaron en abril del 2018 para apoyar a los estudiantes universitarios
cuyas protestas estaban siendo reprimidas violentamente, los campesinos
eran veteranos con años de persecución del gobierno por su oposición al
ambicioso proyecto de Ortega de construir un canal interoceánico, el
cual jamás se hizo realidad. Hubiera conectado el océano Pacífico y el
mar Caribe y hubiera requerido la confiscación de mucha tierra
cultivable.
La
Comisión Interamericana de Derechos Humanos comprobó que 325 personas
murieron en esas protestas, que Ortega describió como un intento fallido
de golpe. El gobierno tilda de terroristas a quienes bloquean
carreteras. Las matanzas de personas siguen sin ser resueltas y
organismos de derechos humanos las atribuyen a agrupaciones
paramilitares que trabajan para el gobierno.
Ramírez
dejó su granja, su ganado y una flota de camiones que transportaban sus
productos a los mercados el 15 de septiembre del 2018 y caminó cinco
días, hasta entrar a Costa Rica por un sector no vigilado de la
frontera. Dijo que su vida corría peligro y que, en el mejor de los
casos, hubiera sido arrestada junto con cientos de personas. Pidió
asilo, paró un tiempo en la capital y trabajó en un mercado en otra
ciudad.
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