BUENOS AIRES.- Con una difícil
reestructuración de su deuda en puertas, Argentina contiene el aliento
ante lo que parece ser una tormenta perfecta sobre su economía, con el
aún incalculable impacto del coronavirus y la abrupta caída de los
precios del petróleo.
Argentina atraviesa desde hace dos años por
una recesión con caída del Producto Interno Bruto de 2,1% en 2019 y de
2,5% en 2018. La previsión del Fondo Monetario Internacional para 2020
es de una contracción de 1,3%. Además, tiene alta inflación (53,8% en
2019) y aumento de la pobreza y del desempleo.
"La economía el año pasado cayó, seguramente este año va a
caer también y no sé, con todo este conflicto internacional, si no se
puede profundizar esa crisis. El mundo se confabula para hacer más
difícil nuestra salida", se lamentó hace pocos días el presidente
Alberto Fernández.
A tono con los mercados mundiales, aterrados
con los efectos del coronavirus, la Bolsa de Buenos Aires y los títulos
argentinos que cotizan en Wall Street tuvieron pronunciadas caídas esta
semana, a la vez que el índice riesgo país escaló por encima de los
3.000 puntos, su nivel más alto desde 2005.
Y el derrumbe de los
precios petroleros, a unos 30 dólares por barril, preocupa al gobierno
de Fernández, que apuesta a su gigantesco yacimiento de petróleo y gas
no convencional de Vaca Muerta como uno de los principales impulsores de
la economía.
"Tenemos que pensar un
precio del petróleo que alimente a la producción y no suba el precio de
las naftas", declaró el ministro de Producción Matías Kulfas, al
asegurar que "el interés por Vaca Muerta está intacto de parte de las
empresas, a pesar de la crisis".
Vaca Muerta se extiende sobre 30.000 kms cuadrados en la
Patagonia argentina y es considerada la segunda reserva más importante
del mundo de gas 'shale' y la cuarta en petróleo de esquisto. Operan
allí casi 20 empresas, entre ellas las trasnacionales Chevron, Shell,
Total y Statoil.
Su actividad comenzó en 2013, pero hasta ahora su
desarrollo ha sido muy poco, con apenas 5% de la superficie en
explotación, según Alejandro Einstoss, del Instituto Argentino de
Energía General Mosconi.
Pese a ello, Vaca Muerta tiene un peso
muy importante en el mercado interno, con 43% del gas (21.000 billones
de metros cúbicos en 2019) que se produce en el país y 19% del petróleo
(5.700 billones de metros cúbicos en 2019).
Pero sería una ilusión
pensar que "representa un billete de lotería ganador que va a permitir
la generación de divisas", advirtió Einstoss. "Vaca Muerta es un
potencial que aún debe demostrar su capacidad en mercados competitivos",
subrayó.
La explotación del petróleo y el gas 'shale' es más
costosa que la de los hidrocarburos convencionales y requiere de
inversión constante. Sin embargo, según este experto, la caída de los
precios petroleros no debe afectar por ahora al yacimiento.
"La industria mira a largo plazo. Las grandes decisiones
de inversión no se toman en función de si ahora el precio está a 30
dólares por barril o si en enero estaba a 70", dijo.
Argentina
acaba de autorizar una reestructuración de deuda por 68.842 millones de
dólares con bonistas privados y debe presentar una oferta antes del fin
de marzo que incluirá probablemente extensión de los plazos de
vencimiento y rebajas de capital o de intereses.
El presidente
Fernández asevera que la deuda argentina, que totaliza 311.000 millones
de dólares (91,6% del PIB) no es sostenible y ya antes de que se
declarase la pandemia del COVID-19 pidió que se espere a que el país
retome el crecimiento para poder pagar.
En esa posición ha sido respaldado por el FMI, organismo con el cual Argentina tiene una deuda por 44.000 millones de dólares.
El empeoramiento de las condiciones económicas globales podría, paradójicamente, resultar beneficioso para Argentina.
"Hay
una desaceleración violenta de la actividad económica global. Pero soy
optimista por el lado de la reestructuración de la deuda argentina
porque no es lo mismo hacerlo en un momento en el que el mundo está en
llamas que cuando el país es el único problema", dijo el economista
Pablo Tigani, de la consultora Hacer.
Ante el nuevo panorama,
Tigani prevé una extensión en los vencimientos incluso hasta por 10
años, quitas de capital de 40% o más y rebaja en la tasa de interés
hasta 1%.
"Los plazos sí o sí se tienen que estirar si la gente no
puede ni salir a la calle, las tasas van a bajar por decisión de la
Reserva Federal y si todos los bonos y títulos pierden, la quita para
los argentinos tiene que ser más grande de lo que se pensó
inicialmente", explicó.
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