BRUSELAS.- Los jefes de Estado y de Gobierno de
la Unión Europea (UE) dieron este viernes el aval definitivo para que la
francesa Christine Lagarde se convierta en presidenta del Banco Central
Europeo (BCE) el próximo 1 de noviembre en sustitución del italiano
Mario Draghi.
Los líderes europeos habían elegido
para el puesto a la exdirectora gerente del Fondo Monetario
Internacional (FMI) en julio pasado dentro del reparto de altos cargos
en las instituciones europeas tras las elecciones europeas de mayo.
Su candidatura fue formalizada poco después por los
ministros de Economía y Finanzas, tras lo cual se pronunciaron a su
favor el propio consejo de Gobierno del BCE y el Parlamento, aunque sus
opiniones no son vinculantes.
Lagarde recibió el
visto bueno de la Eurocámara en septiembre tras una comparecencia en la
que avanzó que la política de estímulos monetarios iniciada con su
predecesor continuará al inicio de su mandato, aunque se vigilarán sus
efectos secundarios, y anticipó que hay margen para que el BCE haga más
inversiones "verdes".
La aprobación final este
viernes en la cumbre europea era el último paso formal necesario para
que Lagarde se convierta en la primera mujer al frente del emisor de la
eurozona, para un mandato de ocho años.
Su llegada
coincide con un momento de relevo en general en el directorio ejecutivo
del BCE, dónde acaban de nominar al italiano Fabio Panetta como sucesor
del francés Benôit Coueré y la dimisión de la alemana Sabine
Lautenschläger obligará a cubrir su vacante antes de enero de 2022,
cuando culminaba su mandato.
Los ministros de Economía prevén nominar a un sustituto en su reunión de noviembre.
Lagarde asumirá el mando del BCE en un momento de ralentización
económica en la eurozona más prolongada de lo previsto, sin visos de que
vayan a disiparse a corto plazo las tensiones comerciales mundiales y
en plena incertidumbre por el "brexit" o salida del Reino Unido de la
UE.
También en un contexto en el que, ante la
continuidad de la política monetaria acomodaticia, aumentan las voces
que cuestionan si es posible seguir lidiando con los efectos secundarios
de la misma, en particular, sobre la rentabilidad de los bancos.
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