PARÍS/WASHINGTON.- Representantes estadounidenses y chinos reiniciarán las
conversaciones comerciales a finales de esta semana, pero los expertos
consultados creen que cualquier acuerdo que alcancen las economías más
grandes del mundo sería una solución superficial.
La guerra
comercial se ha convertido en una batalla política e ideológica que va
mucho más allá de los aranceles, según dicen expertos en comercio,
ejecutivos y responsables de ambos países.
Es poco probable que
el Partido Comunista de China ceda ante las demandas de Estados Unidos
de cambiar radicalmente la manera en que gestiona la economía, mientras
que Estados Unidos no dejará de calificar a las empresas chinas de
amenazas a la seguridad nacional.
El conflicto entre los dos
países podría tardar una década en resolverse, según advirtió el 6 de
septiembre el asesor económico de la Casa Blanca, Larry Kudlow. Yu
Yongding, un influyente exasesor político del banco central de China,
dijo a Reuters que China no tenía prisa por hacer un trato.
Los
presidentes Donald Trump y Xi Jinping podrían llegar a un acuerdo
provisional en octubre para calmar los mercados de valores y apuntarse
una victoria política después de las conversaciones de bajo nivel de
esta semana.
Pero es “extremadamente improbable que (cualquier
acuerdo final) aborde de manera significativa las reformas estructurales
chinas” que desean Estados Unidos y otros países, según señala Kellie
Meiman Hock, quien trabajó en la oficina del Representante Comercial de
Estados Unidos y es socia de McLarty Associates, una consultora de
políticas y cuestiones gubernamentales.
Los negociadores han
hecho pocos progresos perceptibles en los muchos puntos de desacuerdo
desde que se rompieron las negociaciones en mayo, según fuentes
informadas sobre las conversaciones.
Pekín no está dispuesto a abordar la forma en que apoya a las
empresas estatales y subvenciona sus productos en las próximas
conversaciones, dicen fuentes de China y Estados Unidos. Estados Unidos
continúa tachando a la compañía tecnológica china Huawei de amenaza a la
seguridad nacional y amenaza con nuevos aranceles contra China.
“El
resultado final de las conversaciones debe ser la reducción de todos
los aranceles”, dice He Weiwen, del Instituto Chongyang de Estudios
Financieros de la Universidad de Renmin. “Esta es la base para China.”
Este analista no es optimista sobre las perspectivas de las
conversaciones.
Desde que las negociaciones comerciales entre
las mayores economías del mundo se vinieran abajo en mayo, ambos países
también han roto promesas y han intercambiado insultos públicos. El
ambiente es optimista, pero un solo mensaje de Trump en Twitter podría
cambiarlo todo, dicen los analistas.
“Están encerrados en un
abrazo incómodo”, dice William Reinsch, ex alto cargo del Departamento
de Comercio y miembro del Centro de Estudios Estratégicos e
Internacionales.
“Ambos presidentes han debilitado a sus negociadores y ninguna de las partes puede confiar en lo que la otra ha dicho”, dijo.
La postura de “dureza con China” de Trump ha introducido una nueva
forma de pensar sobre Pekín en Washington, a pesar de la impopularidad
de muchas de sus otras políticas. El Congreso de Estados Unidos,
amargamente dividido por posiciones partidistas en la mayoría de los
temas, está unido en torno a la necesidad de una reforma del sistema en
China.
Es poco probable que los demócratas que se presentan
contra Trump reparen la relación con China si toman la Casa Blanca en
2020. En un debate el 12 de septiembre, los candidatos presidenciales
usaron términos como corrupción y robo para referirse a las prácticas
comerciales de China.
“Ha habido un cambio tectónico”, dice
Warren Maruyama, exasesor de la oficina del Representante Comercial de
Estados Unidos y socio del bufete de abogados Hogan Lovells.
“La
vieja idea de que China estaba en medio de reformas económicas de libre
mercado que la llevarían a nuestra vía está muerta en la práctica”,
dice Maruyama. “Hay apoyo de los dos partidos a una política más dura
con China.”
Los parlamentarios están respondiendo, con varios
proyectos de ley relacionados con China en tramitación en el Congreso,
desde leyes para castigar a Pekín por abusos contra los derechos humanos
de los musulmanes en Xinjiang, hasta el apoyo a los manifestantes en
Hong Kong.
Además, la Ley de Autorización de la Defensa
Nacional de 2020, o NDAA por sus siglas en inglés, podría incluir
disposiciones dirigidas a China sobre cuestiones que van desde la
transferencia de tecnología hasta la venta de opioides sintéticos.
Trump se enfrenta a un empeoramiento de la economía y a temores de
recesión en su país, gracias en parte a los aranceles que ha promulgado,
pero los principales grupos de interés lo han apoyado hasta ahora. Los
ejecutivos estadounidenses en China dicen que Pekín está calculando mal
si piensa que la guerra comercial socavará el apoyo político de Trump.
“En
todo caso, la guerra comercial tiene un apoyo unificado en la comunidad
empresarial”, dice un alto ejecutivo estadounidense en China.
“Los
problemas son profundos y estructurales”, dice Craig Allen, un ex alto
cargo del Departamento de Comercio de Estados Unidos que ahora dirige el
Consejo Empresarial Estados Unidos-China. Los sectores de alta
tecnología de los países pueden estar permanentemente desacoplados,
según Allen, gracias a la preocupación por el espionaje chino, el
“ciberhacking” y el robo de propiedad intelectual.
El Partido
Comunista de China también se enfrenta a una economía en desaceleración
mientras se prepara para celebrar el 1 de octubre los 70 años que ha
gobernado el país.
Muchos en Pekín creen que el enfoque errático
de Trump en la guerra comercial de este año le ha proporcionado a Xi una
conveniente cobertura política a corto plazo, permitiéndole culpar de
la desaceleración a los aumentos arancelarios de a la Casa Blanca en
lugar de a las políticas nacionales.
Xi dijo a los mandos este
mes que debe haber una “lucha decidida” contra cualquier riesgo y
desafío a la dirección del partido, la soberanía y la seguridad del país
y cualquier cosa que amenace los intereses centrales del país, unos
comentarios que traen a la memoria la era de Mao Zedong.
Las
inversiones entre China y Estados Unidos cayeron al nivel más bajo de
los últimos seis meses en cinco años en la primera mitad de este año,
según un estudio de la firma de investigación Rhodium Group.
La
inversión extranjera directa y los acuerdos de capital riesgo entre los
dos países cayeron a 13.000 millones de dólares en el período, un 49%
menos que en el primer semestre de 2018.
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