sábado, 15 de septiembre de 2018

La teoría del estancamiento secular que Trump ignora / Luis Alcaide *

En estos mo­mentos de gran ex­ci­ta­ción me­diá­tica sobre la ori­gi­na­lidad y au­ten­ti­cidad de tesis y más­ter, El País (09/09/2018) pu­bli­caba un ar­tículo del Nobel de Economía Joseph E. Stiglitz, con el tí­tulo “El mito del es­tan­ca­miento se­cu­la­r”.... 

Un alegato incendiario contra los colaboradores económicos del presidente Obama: “Los mismos que fueron responsables de la burbuja financiera, fracasaron después a la hora de articular la recuperación, escondiéndose detrás de la hipótesis del estancamiento secular”.

El gobierno Obama, sigue Stiglitz, cometió un error inicial en 2009 por no aplicar un estímulo fiscal mayor y más prolongado; no bastaba con rescatar a los bancos (olvida que también se rescató a General Motors) y evitar que siguiesen cometiendo errores sin que se hiciese nada para conseguir que se diesen créditos a las PYMES; tampoco se pusieron en práctica programas más activos de distribución de la renta entre ricos y pobres.

En suma, insiste, no se estimuló la demanda interna a la vez que muchas familias perdían sus hogares; un clima más que propicio para que los ciudadanos recurriesen a un demagogo. Ahí llega Trump con su política expansiva de déficit público.

Uno de los acusados, sin ser nombrado, por aquel fracaso y abanderado conspicuo del estancamiento secular, Larry Summers, contesta: “La hipótesis del estancamiento secular propuesta por el economista norteamericano Alvin Hansen, sostiene que la economía privada, después de una fuerte contracción, no regresa por sí misma a una situación de pleno empleo”-

Summers defiende que no se trata de aceptar el fatalismo sino de promover una política económica de estímulos a la demanda privada pero sin desatender los equilibrios financieros. Por otro lado, le recuerda a Stiglitz que él mismo, junto a otros economistas progresistas, firmaron una carta conjunta con la propuesta de un estímulo fiscal de 300.000-400.000 millones de dólares, cuando la administración Obama proponía un estímulo fiscal de 800.000 millones de dólares. 

Obama, pese a su popularidad, no consiguió del Congreso que la cantidad acordada para su Recovery Act alcanzase la cifra solicitada.

La acusación de Stiglitz oscila entre un ajuste de cuentas entre economistas de alto nivel y un reproche a la Administración demócrata por falta de audacia, olvidándose de su propia propuesta. Ahora, Trump y los suyos han disparado el cañón de los estímulos fiscales, reduciendo impuestos y aumentando el gasto. Los ingresos presupuestarios avanzan a una tasa interanual del 1% mientras el gasto crece un 4% y el déficit en lo que va de año se dispara un 20,5% con respecto al mismo período del pasado año.

La hipótesis del estancamiento secular tiene su origen en la Gran Depresión y su punto concreto en 1938 cuando la recuperación, iniciada dos años antes, sufre un nuevo retroceso por culpa de la supresión de las políticas de estímulo (algo parecido sucedería en la eurozona en 2011).

No bastaba con confiar en los “animal spirits” de Keynes sino que había que hacer eficaz y operativa la estabilidad financiera y el crecimiento real, razonaba Hansen.

La política fiscal de Trump se ha desbocado cuando la economía está a un nivel de pleno empleo. Euforia populista con las elecciones parciales a la Cámara de Representantes y al Senado el próximo noviembre mientras pasan a tercer plano el déficit presupuestario y el de balanza de pagos con el exterior. Los desequilibrios no determinan la dirección del voto que puede ser mayoritariamente republicano.


(*) Economista del Estado en España


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