En estos
momentos de gran excitación mediática sobre la originalidad y
autenticidad de tesis y máster, El País (09/09/2018) publicaba un
artículo del Nobel de Economía Joseph E. Stiglitz, con el título “El
mito del estancamiento secular”....
Un
alegato incendiario contra los colaboradores económicos del presidente
Obama: “Los mismos que fueron responsables de la burbuja financiera,
fracasaron después a la hora de articular la recuperación, escondiéndose
detrás de la hipótesis del estancamiento secular”.
El gobierno Obama, sigue Stiglitz, cometió un error inicial en 2009
por no aplicar un estímulo fiscal mayor y más prolongado; no bastaba con
rescatar a los bancos (olvida que también se rescató a General Motors) y
evitar que siguiesen cometiendo errores sin que se hiciese nada para
conseguir que se diesen créditos a las PYMES; tampoco se pusieron en
práctica programas más activos de distribución de la renta entre ricos y
pobres.
En suma, insiste, no se estimuló la demanda interna a la vez que
muchas familias perdían sus hogares; un clima más que propicio para que
los ciudadanos recurriesen a un demagogo. Ahí llega Trump con su
política expansiva de déficit público.
Uno de los acusados, sin ser nombrado, por aquel fracaso y abanderado
conspicuo del estancamiento secular, Larry Summers, contesta: “La
hipótesis del estancamiento secular propuesta por el economista
norteamericano Alvin Hansen, sostiene que la economía privada, después
de una fuerte contracción, no regresa por sí misma a una situación de
pleno empleo”-
Summers defiende que no se trata de aceptar el fatalismo sino de
promover una política económica de estímulos a la demanda privada pero
sin desatender los equilibrios financieros. Por otro lado, le recuerda a
Stiglitz que él mismo, junto a otros economistas progresistas, firmaron
una carta conjunta con la propuesta de un estímulo fiscal de
300.000-400.000 millones de dólares, cuando la administración Obama
proponía un estímulo fiscal de 800.000 millones de dólares.
Obama, pese a
su popularidad, no consiguió del Congreso que la cantidad acordada para
su Recovery Act alcanzase la cifra solicitada.
La acusación de Stiglitz oscila entre un ajuste de cuentas entre
economistas de alto nivel y un reproche a la Administración demócrata
por falta de audacia, olvidándose de su propia propuesta. Ahora, Trump y
los suyos han disparado el cañón de los estímulos fiscales, reduciendo
impuestos y aumentando el gasto. Los ingresos presupuestarios avanzan a
una tasa interanual del 1% mientras el gasto crece un 4% y el déficit en
lo que va de año se dispara un 20,5% con respecto al mismo período del
pasado año.
La hipótesis del estancamiento secular tiene su origen en la Gran
Depresión y su punto concreto en 1938 cuando la recuperación, iniciada
dos años antes, sufre un nuevo retroceso por culpa de la supresión de
las políticas de estímulo (algo parecido sucedería en la eurozona en
2011).
No bastaba con confiar en los “animal spirits” de Keynes sino que
había que hacer eficaz y operativa la estabilidad financiera y el
crecimiento real, razonaba Hansen.
La política fiscal de Trump se ha desbocado cuando la economía está a
un nivel de pleno empleo. Euforia populista con las elecciones
parciales a la Cámara de Representantes y al Senado el próximo noviembre
mientras pasan a tercer plano el déficit presupuestario y el de balanza
de pagos con el exterior. Los desequilibrios no determinan la dirección
del voto que puede ser mayoritariamente republicano.
(*) Economista del Estado en España
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