viernes, 26 de septiembre de 2008

Crece la presión para que se apruebe el plan de rescate en EEUU

NUEVA YORK.- La presión sobre el Congreso estadounidense para que apruebe un multimillonario plan de rescate aumentó el viernes, después de que el estancamiento de negociaciones con la Casa Blanca y el mayor cierre de un banco en la historia del país irritaran a los mercados mundiales.

El presidente George W. Bush afirmó que aunque había desacuerdos en algunas partes del plan de rescate de 700.000 millones de dólares, la legislación será finalmente aprobada por el Congreso. "Vamos a tener un paquete aprobado", dijo en una breve declaración en la Casa Blanca.

Sin embargo, legisladores republicanos y demócratas se enfrentaban por el plan, mientras el secretario del Tesoro, Henry Paulson, se enfrascaba en reuniones en el Congreso, en momentos en que las turbulencias en los mercados financieros mundiales se hacían más fuertes.

Autoridades de Estados Unidos cerraron el jueves la entidad de ahorro y préstamo Washington Mutual Inc y sus activos serán vendidos a JPMorgan Chase; mientras que en Europa el grupo belga-holandés Fortis negó que tuviera problemas de liquidez, aunque sus acciones se hundieron un 20 por ciento.

Bancos en el mundo acumulaban efectivo y demostraban una creciente resistencia a prestar dinero, lo que provocaba una subida de las tasas de interés interbancarias a un nivel récord en Londres, en medio de la incertidumbre sobre cuándo finalmente será aprobado el mayor rescate financiero de la historia de Estados Unidos.

"Lo que veremos es a los fuertes fortalecerse y a los débiles ir muriendo", dijo William Smith, presidente de Smith Asset Management en Nueva York.

Los mercados monetarios mundiales se secaban, forzando un incremento de inyecciones de efectivo de parte de los bancos centrales debido a que las tasas para préstamos en dólares seguían altas, en particular para el dinero a tres meses.

El estrés del mercado se agravaba por la cercanía del fin del trimestre, la semana próxima.

Los títulos de Wachovia Corp., el sexto mayor banco estadounidense, llegaron a perder hasta un 35 por ciento. Mientras que los del banco regional del medio-oeste National City Corp se hundieron un 28 por ciento y los de Downey Financial Corp de California cayeron un 38 por ciento.

Para echar más leña al fuego, datos estadounidenses mostraron que el crecimiento de la economía durante el segundo trimestre no fue tan fuerte como se había dicho previamente: los gastos de consumidores aumentaron con menos vigor y los comerciantes recortaron sus inversiones, en un signo de que la confianza está decayendo incluso antes del recrudecimiento de la turbulencia financiera.

El banco más grande de Europa, el HSBC Holdings, anunció que recortará 1.100 empleos, o un cuatro por ciento de su fuerza laboral, debido a la crisis.

Con las negociaciones en Washington derivando en enfrentamientos entre demócratas y republicanos, los precios de las acciones estadounidenses bajaban, siguiendo de cerca a las pérdidas en las bolsas de Asia y Europa.

Los títulos del grupo financiero belga-holandés Fortis se hundían casi un 10 por ciento, luego de haber perdido el jueves hasta un 21 por ciento, por temores del mercado acerca de su liquidez pese a que su presidente dijo que no estaba en problemas.

Aunque los demócratas controlan el Congreso, dudan en aprobar el rescate sin el apoyo de todos los republicanos ante el riesgo de dejar a su partido político expuesto a menos de dos meses de las elecciones presidenciales.

Los legisladores críticos del acuerdo han expresado temores a que los banqueros no asuman la responsabilidad por los problemas y dudas sobre si el plan resolverá la crisis crediticia general.

Estados Unidos afronta la crisis financiera más seria desde la Gran Depresión de la década de 1930. El precio del plan de rescate propuesto es mayor al coste de la guerra de Irak y supera la cuantía de todos los préstamos del Fondo Monetario Internacional desde su nacimiento después de la Segunda Guerra Mundial.

Las instituciones financieras han estado golpeadas por una creciente ola de ejecuciones hipotecarias e incumplimiento de préstamos, que han generado la peor crisis crediticia en Estados Unidos, como decimos, desde la Gran Depresión de la década de 1930.

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