El resultado indica que Milei cosechó la inmensa mayoría de los votos del 23,8% que había sufragado por la derechista Patricia Bullrich, de Juntos por el Cambio, en la primera vuelta.
Con ese dato, otro ganador de la elección, un escalón más abajo que Milei, resulta el expresidente conservador Mauricio Macri (2015-2019), quien brindó el apoyo al ultraderechista tras la primera vuelta, al costo de desarmar su propia coalición.
El extremista obtuvo grandes triunfos, superiores a los cuarenta puntos porcentuales, en provincias relevantes por su peso electoral como Córdoba y Mendoza. También ganó con claridad en Santa Fe, la ciudad de Buenos Aires y la Patagonia.
Massa necesitaba un triunfo amplio en la provincia de Buenos Aires, donde reside el 37% de los votantes, para contrarrestar la ventaja del ultra en la zona central. No lo obtuvo. La ventaja del peronista sobre Milei fue de apenas 1,5 puntos porcentuales en esa provincia.
La participación alcanzó al cierre de las urnas el 76% del censo electoral pese a que el voto es obligatorio en Argentina.
Los seguidores de Javier Milei ya festejan su victoria en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales argentinas. «Se siente, se siente, Milei presidente!», se escucha en la sede electoral del candidato de La Libertad Avanza.
Milei ha ganado al peronista Sergio Massa en 21 de las 23 provincias argentinas y en la capital, la ciudad de Buenos Aires. En las provincias del centro del país la diferencia entre ambos candidatos ha sido considerable, pero destacan los casos de Córdoba, donde Milei se ha impuesto por 74,18% a 25,81% de los votos, y Mendoza, 71,36% a 28,63%.
En la primera vuelta de estas elecciones presidenciales argentinas Sergio Massa se imponía por delante de Javier Milei, con un 36,8% de los votos frente a un 29,9%. Bullrich era tercera con un 23,8% y se quedaba fuera de la segunda vuelta, igual que Schiaretti (6,7%) y Bregman (2,6%).
El sistema electoral argentino volvió a mostrar hoy su solidez, y las especulaciones acerca de fraude que se echaron a rodar en los últimos días se demostraron infundadas.
Milei liderará a partir del 10 de diciembre la tercera economía de América Latina, que se lanza así a un experimento político y económico sin precedentes.
Milei ha prometido terminar con la "casta política" y reducir al mínimo el Estado. Esto, en un país con gran tradición de intervencionismo económico, genera enormes resistencias en muchas de las corporaciones, tanto la sindical como la empresarial.
Milei no sabe hacer política, porque no es un político. Cuando se le pregunta por sus planes, difícilmente los oculta.
La sinceridad acerca del "ajuste muy fuerte" que hará en la economía podría generar resistencias anticipadas y complicar su gobierno. O, por el contrario, podría sumarle credibilidad entre una ciudadanía agotada de promesas incumplidas y relatos políticos que ignoran la realidad.
Milei tiene apenas tres semanas para armar su gobierno y elegir a quiénes lo acompañarán. Todo un desafío para un hombre sin experiencia política. En 20 días debe articular un equipo, un discurso y un plan de acción.
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