NUEVA DELHI.- El primer ministro indio, Narendra Modi, está tratando en vano de apagar
el fuego que él mismo inició con la reforma de la Ley de la Ciudadanía.
Modi asegura que se aprobó para proteger a las minorías religiosas de
los países musulmanes vecinos, que ahora podrán acceder a la
nacionalidad india, pero unos le acusan de islamófobo por vetar a
quienes profesan esa religión, y otros critican que la nueva norma
provocará una oleada de inmigrantes.
Las protestas, en las que ha
participado hasta el biznieto de Mahatma Gandhi, se han extendido por
todo el país, son ya las más numerosas desde hace décadas, y dejan un
balance trágico: hasta anoche, al menos 23 personas habían fallecido en
los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad.
La violencia ha ido creciendo desde hace más de una semana, y el sábado
fue un día particularmente sangriento en Uttar Pradesh, el Estado más
poblado de India y uno de los que cuentan con más población musulmana
-en torno al 20%-.
Seis personas murieron cuando la Policía utilizó
fuego real para dispersar a los manifestantes que atacaban con piedras a
los agentes, pero las autoridades niegan que los disparos causasen
ningún fallecimiento.
Sí que reconocen que el muerto más joven tenía
solo 8 años, aunque aseguran que pereció durante una estampida en
Varanasi, y que han detenido a casi un millar de personas solo en Uttar
Pradesh.
Como una imparable bola de nieve, las noticias sobre la represión y
los cortes de Internet con los que las autoridades tratan de impedir la
organización de protestas, provocaron que este domingo estas se
radicalizaran aún más.
Ante esta coyuntura de caos, Modi se vio
obligado a dar la cara durante un mitin de su partido, el
ultranacionalista BJP, en Delhi. Aunque trató de calmar los ánimos
asegurando que la población musulmana «no tiene nada que temer», no
tardó en volver a apoyar la reforma legislativa y en atacar a los
rivales políticos que «están tratando de instilar la psicosis del
miedo».
Modi también acusó a los partidos de la oposición de
«extender noticias falsas», aunque no dijo cuáles, y aseguró que su
único objetivo es arrebatarle el poder. «Lo que tenéis que hacer es
mirar mi trabajo. Si veis alguna acción que haya provocado división en
el país, enseñádsela al mundo», apostilló en tono desafiante y,
aparentemente, sin tener en cuenta que otros políticos de su partido han
declarado que propiciarán la expulsión de los inmigrantes irregulares
musulmanes -«infiltrados» los llaman- en el Estado nororiental de Assam,
que fue donde estallaron las protestas.
La agencia Associated Press aseguró este
domingo que el país ya está construyendo centros de detención con
capacidad para varios miles de personas.
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