BRUSELAS.- La decisión de China de
cerrar sus vertedores a los plásticos y a otros productos y de dejar de
ser la basura del mundo está perturbando el sistema mundial de reciclaje
y haciendo crecer montañas de basura en todo el mundo, de Asia a
Occidente.
Para dejar de ser el principal destino mundial del
reciclaje, China decidió prohibir a principios de 2018 la importación de
plásticos y de otras categorías de residuos que reciclaba hasta
entonces.
La consecuencia fue que los residuos plásticos de los
países desarrollados empezaron a ser redirigidos en masa hacia varios
países del sureste de Asia, donde han trasladado sus plantas las
compañías chinas de reciclado.
"Fue como un terremoto", dice Arnaud Brunet, director de la Oficina Internacional del Reciclaje (BIR) con sede en Bruselas.
"China era el principal mercado de residuos reciclables" y su cierre creó "conmoción en todo el planeta", asegura.
El
el sureste de Asia, Malasia, es el país más afectado porque se ha
convertido en el principal destino de las compañías que salieron de
China.
El resultado es que las importaciones de plástico se han
triplicado desde 2016 y alcanzaron 870.000 toneladas el año pasado,
según datos oficiales.
En la pequeña ciudad de Jenjarom, cerca de
Kuala Lumpur, las plantas de tratamiento de plástico han crecido como
setas y emiten humo tóxico.
El paisaje está repleto de montañas de
plástico, desde envases para comida hasta bolsas de plástico
procedentes de Francia, Alemania, Estados Unidos o Brasil, entre otros.
Los habitantes de la
región se quejan del mal olor mientras que los defensores del medio
ambiente advierten de que algunos tipos de plástico no se pueden
reciclar.
"La gente se ahoga con el humo tóxico, hay muchos que no
paran de toser", explica Pua Lay Peng, un habitante de 47
años. "No podía dormir ni descansar, siempre estaba cansado", asegura.
Junto a otros habitantes, Pua
Lay Peng hizo una investigación y a mediados de 2018 localizó unas
cuarenta plantas, muchas de ellas instaladas sin permiso.
Tras
numerosas respuestas, las autoridades decidieron actuar, cerrando varias
plantas y congelando temporalmente los permisos de importación de
plástico.
En septiembre, 33 plantas cerraron en Jenjarom y la
calidad del aire mejoró, a pesar de que sigue habiendo montañas de
plástico.
Los defensores del medio ambiente creen que las operaciones de reciclaje fueron trasladadas más lejos.
Para los países occidentales, que se apoyaban en China, no es fácil buscar otros destinos para reciclar sus residuos.
Muchas empresas consideran demasiado caro reciclar en sus propios países y otros utilizan vertederos o incineradoras.
"Al
cabo de un año [del cierre de China] seguimos notando los efectos pero
todavía no hemos avanzado hacia una solución" lamenta Garth Lamb,
presidente de la asociación australiana de la industria del reciclaje y
del tratamiento de residuos. Algunos sin embargo sí lograron adaptarse.
Es el
caso de la ciudad de Adelaida, en el sur de Australia, que enviaba gran
parte de sus residuos a China y ahora recicla ella misma el 80% de sus
deshechos y el resto los envía a India.
"Ayudando a los actores
locales, hemos sido capaces de encontrar precios similares a los de
antes de la prohibición en China", apunta Adam Faulkner, responsable del
organismo que gestiona los residuos en el norte de Adelaida.
En
China, las importaciones de plástico pasaron de 600.000 toneladas al mes
en 2016 a 30.000 por mes en 2018, según cifras de un nuevo informe de
Greenpeace y de la oenegé Alianza Global para Alternativas a la
Incineración (GAIA). Zonas enteras dedicas al reciclaje han sido abandonadas en el país.
Es
el caso de la ciudad de Xingtan, en el sur de China, donde el sector
era muy activo. Pero ahora "las plantas de reciclaje se fueron, hay
carteles de 'Se alquila' en los edificios y anuncios para contratar a
personal experimentado en Vietnam", explica Chen Liwen,
fundador de la oenegé Zero Waste Alliance en China.
Países como
Malasia, Tailandia y Vietnam, los primeros donde se relocalizó el
reciclaje, tomaron medidas para limitar las importaciones de plástico.
Pero en otros, como Indonesia o Turquía, hay menos regulación.
En
un planeta donde solo se recicla el 9% del plástico, la única solución a
largo plazo es fabricar y consumir menos plástico, dice Greenpeace.
"Los circuitos de reciclaje no logran alcanzar la producción de plástico", dice Kate Lin, responsables de campañas de la oenegé.
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