PARÍS.- Los grandes países emergentes se
han beneficiado de la política monetaria ultraflexible de Estados
Unidos, pero ahora que las tasas norteamericanas pueden volver a subir,
muchos de ellos, debilitados ya por la coyuntura mundial, se enfrentan a
un verdadero rompecabezas.
Para los países emergentes "es el
final de la gran ilusión", afirma la economista Christine
Rifflart. El retorno "a un período de normalización de las políticas
monetarias en Estados Unidos" pone fin a una etapa "excepcional" para
las naciones en desarrollo, explica la economista.
Muchos de los
emergentes, productores de materias primas, se han aprovechado en los
últimos años del 'boom' de la economía china. Pero ahora ésta se
ralentiza, y las exportaciones de los emergentes caen.
Además, la
perspectiva de un alza de los tipos de interés en Estados Unidos
penaliza las condiciones de financiación de esos países. Este alza atrae
además hacia Estados Unidos flujos financieros, muchos de ellos
abandonando los países emergentes, cuyas divisas se ven debilitadas.
A
estas dificultades se añaden elementos políticos, como en Brasil, donde
la presidente Dilma Rousseff afronta un proceso de destitución, o en
Sudáfrica donde el jefe de Estado Jacob Zuma pierde credibilidad al
cambiar tres veces en pocos días al ministro de Finanzas, provocando la
caída del rand.
En este contexto, los bancos centrales de los
países emergentes esperan que la Reserva Federal estadounidense (Fed)
opte por un alza mesurada de sus tipos de interés, que modere la
atracción de los flujos financieros.
Estos
propios bancos centrales pueden compensar la decisión de la Fed
subiendo sus propias tasas, pero ello puede tener efectos nefastos para
sus economías.
"Si quieren mantener una cierta estabilidad de sus
divisas, los emergentes están obligados a subir sus tasas. Pero como ya
padecen una ralentización económica, y en algunos casos una verdadera
recesión, lo indicado es hacer lo contrario" para estimular la economía,
afirma Olivier Garnier, jefe economista del banco Société Générale.
Brasil
es el ejemplo tipo: su economía está en recesión, la inflación supera
el 10% y sus tasas directoras han sido elevadas a 14,25%.
Por
ello, el gigante sudamericano, ahora enzarzado en una "guerra de tasas",
está en "una situación extremadamente difícil", según Rifflart.
"La
política monetaria de Estados Unidos plantea un problema a Brasil. Su
economía está en recesión y por ello debería flexibilizar su política
monetaria (bajar los intereses brasileños), pero ello agravaría las
salidas de capital, acentuaría la desvalorización de su moneda y, por lo
tanto, estimularía la inflación" explica por su lado Garnier.
Los
países productores de petróleo, penalizados por los precios del crudo
--los más bajos en siete años-- también se enfrentan a esta subida de
los intereses de la Fed, y consecuentemente, del dólar.
"Los
países del Golfo, cuyas monedas están alineadas con la divisa
estadounidense, pueden encontrarse con una moneda sobreevaluada. Para
mantener sur estabilidad respecto al dólar, se verán obligados a subir
sus propios tipos de interés", advierte Garnier.
Por su parte,
China podría ser una de los escasos países emergentes en no salir
perjudicado. Anticipando la subida de las tasas en Estados Unidos, el
Banco Central chino decidió el viernes que el tipo de cambio del yuan
deberá ser en el futuro menos dependiente del dólar, y más de un panel
de divisas.
La economía china, en plena desaceleración de su
crecimiento, podría beneficiarse de ese "desenganche" respecto al dólar.
"Al flexibilizar el tipo de cambio" del yuan el gobierno de Pekín
"tendría mas libertad para administrar mejor su demanda interna, para
bajar sus tasas de interés e intentar reactivar la demanda de créditos
en el mercado financiero bancario", según Rifflart.
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