BERLÍN.- El instituto
económico Ifo estima que la economía alemana crecerá un 1,7 % este año y
un 1,9 % el que viene animada por el dinamismo del gasto de empresas y
familias, un pronóstico en línea con la mayoría de las últimas
previsiones.
"El consumo privado seguirá siendo el pilar del crecimiento", asegura
en un comunicado el Ifo, que avanza que este gasto se ve alentado por
la caída de los precios del crudo y el aumento de los ingresos vía
empleo y transferencias.
A esto hay que añadir el efecto positivo sobre el Producto Interior
Bruto (PIB) de la implicación financiera de las administraciones
públicas en la acogida de los peticionarios de asilo, argumenta el
instituto.
Por su parte, el sector exterior apenas contribuirá al crecimiento ya
que, debido al tirón del consumo privado, las importaciones aumentarán
más que las exportaciones, anulándose mutuamente.
El informe destaca asimismo que mientras las inversiones en el sector
de la construcción aumentan con fuerza tanto este año como el que
viene, las inversiones en bienes de equipo avanzan sólo de forma
moderada.
El pronostico apunta que tras un aumento de los precios del 0,3 % en
este ejercicio, el índice de precios al consumo (IPC) avanzará un 1,0 %
el año que viene, lejos aún del objetivo de por debajo pero cerca del
2,0 % al que aspira a largo plazo el Banco Central Europeo (BCE).
El Ifo prevé asimismo que se mantenga la tasa de desempleo este año y
el próximo en el 6,4 % aunque con cambios de fondo: la población con
empleo crecerá, pero también el número de desempleados, dos tendencias
derivadas de la progresiva incorporación de los nuevos refugiados al
mundo laboral.
La previsión cuenta con que, pese al aumento del gasto público por la
crisis de los refugiados, el Estado alemán no incurra en déficit y
cierre el presente año con un superávit equivalente al 1,0 % del PIB y
del 0,4 % el que viene.
Entre los riesgos "esenciales" para los próximos meses, el Ifo cita
las "tensiones políticas en Oriente Medio" y la posibilidad de ataques
terroristas como los perpetrados en Francia, que podrían frenar de forma
palpable la evolución de la economía al transmitir inseguridad a
consumidores, productores e inversores.
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