Al término de la reunión de ministros de Asuntos Exteriores de la UE, reunidos hoy en Luxemburgo para, entre otros, preparar el Consejo Europeo de jefes de Estado y de Gobierno este miércoles en Bruselas, el jefe de la diplomacia gala recalcó que los jefes de Estado y de Gobierno de la Eurozona han dado su "aprobación total" al plan diseñado por el primer ministro británico, Gordon Brown, para salir de la crisis económica y garantizar la liquidez en el sistema financiero porque sin los necesarios préstamos bancarios entre sí "la economía está bloqueada".
"El mercado hoy ha reaccionado de forma positiva" al plan pactado en París, consideró Kouchner. "Parece que hoy hay esperanza. No lo juro pero quiero creer" que se mantendrá, reconoció el ministro francés.
Kouchner defendió el impulso de las "acciones nacionales coordinadas" para paliar esta crisis financiera, es decir, reguladas por las normas de cada Estado miembro pero con el beneplácito de Bruselas después de que ayer el plan de rescate definiera "la manera legal de intervenir y otras medidas de ayuda" que van a ponerse en marcha desde hoy, al menos, dijo, en el caso francés.
Los jefes de Estado y de Gobierno de los países de la Eurozona acordaron ayer capitalizar los bancos comunitarios en dificultades con fondos públicos y garantizar al menos hasta el 31 de diciembre de 2009 los préstamos interbancarios con el objetivo de reactivar este mercado, que en la actualidad se encuentra paralizado por la desconfianza entre las entidades.
El Eurogrupo se comprometió además a garantizar los préstamos interbancarios de hasta cinco años, eso sí, a precio de mercado y en condiciones no discriminatorias.
A juicio de Kouchner, el plan de rescate ha demostrado que la Unión Europea tiene "voluntad para actuar" y resolver esta crisis, al tiempo que rechazó que el plan acordado por los jefes de Estado y de Gobierno de la eurozona tenga por objetivo "salvar a los banqueros" de su crisis ya que éstos, aseguró, "pagarán" a la postre.
Por el contrario, Kouchner consideró que la "intervención" de los poderes públicos en Europa resultaba "urgente" para "salvar el sistema" financiero actual, aunque asimismo consideró necesario sentar las bases de un nuevo modelo sustentado en principios de regulación "más morales" y no en "especulaciones".
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