lunes, 9 de junio de 2008

La industria alimentaria española resiste la caída a costa de subir los precios

MADRID.- La industria alimentaria y de bebidas es una de las pocas que está resistiendo el fuerte frenazo del consumo en lo que llevamos de año, si bien a costa de subir sus precios de manera considerable, más aún de lo esperado por el encarecimiento de las materias primas.

Tanto es así que, según fuentes del propio mercado, ocho de cada diez euros que ingresan responden en exclusiva a ese incremento tarifario, que precisamente en España es uno de más fuertes dentro de la zona euro, en concreto el quinto (con un incremento del 6,8% en abril en tasa interanual), pues sólo le superan países de peso económico reducido como Eslovenia (12,2%), Irlanda (8,4%), Austria (7,6%) y Grecia (7%).

Aunque algunos datos parecen a priori en parte contradictorios -hoy se presentará un informe donde se apunta que cada español gastó casi el 2% más (a una media de 2.940 euros por persona) entre marzo del 2007 y de 2008 respecto a los doce meses anteriores-, no existen dudas sobre que las cifras de venta en todo el sector servicios son claramente inferiores a las del año pasado, fenómeno que se profundiza si nos remontamos más atrás.

Los números recabados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) apuntan, a su vez, que en el primer cuatrimestre las ventas del comercio al por menor, es decir, aquel al que acuden los particulares, habían caído un 3,5% en términos constantes (una vez eliminado ya el efecto alcista de los precios).

Por formatos, ese recorte fue aún más acusado en las pequeñas cadenas (-4%) y en las llamadas tiendas de barrio (-5,3%), mientras que las grandes cadenas (por ejemplo, Zara en el ámbito textil) se salvaron de la quema con un repunte del 3,7%.

A su vez, en los productos de equipamiento del hogar (que incluye también a muebles, ordenadores y material para la construcción) el descenso acumulado en las ventas se duplicó con creces hasta alcanzar el 8,4% mientras que en la alimentación, sin embargo, la merma resultó mínima (-0,4%).

El último estudio elaborado por la consulta AC Nielsen, una de las principales en análisis de mercados, señala que el valor de las ventas en alimentación y bebidas en ese mismo período (enero-abril) creció un 10,1%, si bien sus precios lo hicieron un 8,4%.

De hecho, en la mayoría de los productos considerados básicos para el hogar, ese aumento (que fue en su caso del 9%) respondió «casi exclusivamente» al alza tarifaria (del 7,2%), de modo que en muchos casos hubo beneficios mínimos e incluso algunas empresas se limitaron a cubrir costes.

El caso de la leche (y los batidos) resulta llamativo, pues dado que sus precios se incrementaron más que el valor de sus ventas (26,9% frente a 24,4%), el resultado fue un descenso del 2% en su consumo.

Algo similar puede predicarse de la pasta, que se encareció un 25,7% en los cuatro primeros meses del año, mientras que en el resto hubo avances en los ingresos, si bien pequeños, al costar el queso fresco un 11,5% más que hace un año, la pastelería y la bollería un 7,8% y la panadería un 7,4%.

En droguería y perfumería, aunque el encarecimiento fue menor que en la alimentación (en línea con la inflación general, con tasas cercanas al 4%), sus ventas cayeron en torno al 1,5%, de forma más acusada en los productos para el calzado (8,6%) o los complementos para la ropa (-3,9%).

Los últimos datos publicados por Eurostat (de abril) revelan que España es, dentro de las principales economías europeas, la que más acusa el aumento de precios en los alimentos (con una subida interanual del 6,8%, récord comunitario al no registrarse un alza similar, al menos, desde 1996), por encima de la media de la zona euro (6,2%) y de países como Alemania (6,4%), Italia (5,9%) o Francia (5,5%).

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