jueves, 19 de noviembre de 2020

Los números del virus en Europa ponen el foco en el tabú de los datos por razas

 LISBOA.- Muchos países europeos evitan desglosar sus datos por grupos raciales o étnicos por motivos como la protección de la privacidad o contra la discriminación, pero el enorme impacto de la COVID-19 en la población negra y asiática ha puesto de manifiesto los defectos de este enfoque, según algunos científicos y activistas.

Ambos grupos quieren que se realice una recopilación de datos más exhaustiva en todo el continente para comprender mejor cómo y por qué la COVID-19 afecta a las distintas comunidades para, de ese modo, ayudar a los países a adaptar su metodología en las pruebas de detección y en la atención sanitaria a fin de protegerlas mejor.

No hay una solución fácil. Incluso en Reino Unido, donde se dispone de datos más detallados sobre la raza y el origen étnico, existe un debate sobre las causas fundamentales de las mayores tasas de contagio entre ciertos grupos demográficos.

Las condiciones en que la gente vive y trabaja explican la mayor parte de este impacto desproporcionado, según muestran los estudios. La confianza de las comunidades minoritarias en que el personal de los hospitales les de un trato justo, o el acceso igualitario a la atención médica, también podría desempeñar un papel importante.

Por ejemplo, una encuesta reciente realizada por ClearView en Reino Unido mostró que el 60% de la población negra no cree que su salud esté tan protegida por el Servicio Nacional de Salud como la de los blancos.

La Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, dijo a principios de este año que los datos más completos de países como Brasil, Reino Unido y Estados Unidos sirven un propósito importante.

“Los datos nos hablan del impacto devastador de la COVID-19 en las personas de ascendencia africana, así como en las minorías étnicas de algunos países”, dijo.

“Creemos que se están produciendo patrones similares en muchos otros lugares, pero no podemos asegurarlo, dado que simplemente no se están recogiendo ni facilitando datos por raza y etnia”.

Estimulada por la pandemia y por las protestas del movimiento contra el racismo Black Lives Matter originado en Estados Unidos, la Unión Europea se comprometió en septiembre a examinar los obstáculos para la armonización de la recopilación de datos en todo el continente.

La UE dijo que quería comprender “los aspectos estructurales del racismo y la discriminación”, habiéndose previsto la creación de una mesa redonda sobre la cuestión para finales de 2021, según dijo la Comisión Europea.

Algunos grupos en defensa de los derechos humanos e investigadores que han estado pidiendo datos más exhaustivos durante décadas se mostraron escépticos en cuanto a que la medida pueda bastar para marcar una diferencia importante.

“No quiero un informe más”, dijo Mamadou Ba, jefe de la organización portuguesa contra el racismo, SOS Racismo. “Ya hemos escuchado esto antes. Necesitamos una acción específica”.

El desglose de datos para revelar diversas pautas entre los distintos grupos de la población puede utilizarse para abordar la desigualdad.

En Estados Unidos, los datos filtrados en función del origen étnico permitieron a las autoridades identificar que las tasas de VIH/SIDA estaban creciendo significativamente más rápido entre los afroamericanos e hispanos que entre la población general, lo que impulsó la elaboración de programas específicos para reducir los contagios en esos grupos.

En abril de este año, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos comenzaron a recopilar datos de los distintos estados para un seguimiento semanal de las infecciones de COVID-19 y las muertes filtrados por grupos raciales.

Pero la mayoría de los países de Europa se han mostrado menos dispuestos a registrar la composición racial de sus sociedades, ciñéndose a un modelo de asimilación de inmigrantes “no racista”.

Una larga historia de persecuciones estatales más allá de la Alemania nazi ha hecho que algunos grupos como el de los romaníes se muestren reacios a que se registre su etnia.

En su lugar, las autoridades europeas utilizan otros filtros como el lugar de nacimiento de los padres, el idioma o la religión.

En Alemania se está debatiendo actualmente un estudio sobre la medida en que los antecedentes migratorios afectan a la búsqueda de trabajo y alojamiento de las personas y al trato que reciben de empresas, ayuntamientos y policía.

Pero este enfoque tiene lagunas, según sostienen sus críticos. Un niño negro nacido en Europa de padres también nacidos en Europa no quedaría reflejado en esas estadísticas.

A falta de datos exhaustivos, organismos como la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea (FRA, por sus siglas en inglés) e institutos de investigación como el INED de Francia han realizado estudios más pequeños para esbozar las desigualdades raciales antes y durante la pandemia.

La FRA realizó una encuesta entre 6.000 personas de raza negra en 12 Estados miembros en 2019, que mostró que los negros de la Unión Europea tienen tres veces más probabilidades que sus homólogos blancos de vivir en viviendas superpobladas, con un 55% en el umbral de la pobreza o por debajo de él.

Estudios estadounidenses y británicos han demostrado que esas condiciones pueden aumentar la vulnerabilidad al coronavirus.

En Francia, la portavoz del Gobierno Sibeth Ndiaye pidió que se volviera a examinar la cuestión de los datos filtrados por grupos étnicos, pero su solicitud fue rechazada por la oficina del presidente.

Sin embargo, en julio el Instituto Nacional de Estadística y de Estudios Económicos (INSEE, por sus siglas en francés) publicó el país de nacimiento de las víctimas de COVID-19 en marzo y abril.

Según los datos, la mortalidad de los nacidos en el África subsahariana aumentó un 114% en 2020, en comparación con el 22% de la de los residentes nacidos en Francia.

EPICOV, el sistema nacional de seguimiento de las infecciones por coronavirus en Francia, proporciona datos sobre los casos entre inmigrantes de primera y segunda generación.

Pero lo que se necesita, según algunos investigadores, es saber si las personas de color tienen más probabilidades de morir una vez infectadas, tanto los inmigrantes como los franceses no blancos.

“Su probabilidad de infectarse está relacionada con la forma en que viven”, dijo Patrick Simon del INED.

“Pero la verdadera pregunta es, ¿qué sucede cuando estás enfermo? ¿Se te toma en serio en los servicios de salud? ¿Te tratan bien? ¿Esperas más tiempo? ¿Y hay un vínculo con la raza?”

En Reino Unido, donde se han venido recopilando datos sobre los distintos grupos étnicos desde hace varias décadas, se está debatiendo cómo responder a los estudios que demuestran que la pobreza o las condiciones de hacinamiento de las minorías étnicas es la causa principal de las mayores tasas de infección por coronavirus.

El centro de estudios sobre igualdad Runnymede Trust y el instituto de investigación IPPR informaron en octubre de que 58.000 personas más habrían muerto en la primera oleada de coronavirus en Reino Unido si la población blanca hubiera corrido el mismo riesgo que las comunidades negras.

Sin embargo, Raghib Ali, asesor del Gobierno británico en materia de coronavirus y etnicidad, argumentó que la etnicidad era un sustituto de otras formas de riesgo y no merecía ser clasificada como un factor de riesgo separado.

En un informe de Salud Pública de Inglaterra (PHE, por sus siglas en inglés) de junio se sugirió que las personas de raza negra, las asiáticas y las de grupos étnicos minoritarios podrían ser menor propensas a pedir atención médica por temor al racismo.

Pero Ali dijo en octubre que no había pruebas de que las minorías fueran tratadas de forma diferente en los hospitales.

“No presentaron ninguna prueba objetiva”, dijo Ali sobre el informe de PHE. “No creo que el racismo estructural sea una explicación razonable”.

Halima Begum, directora del Runnymede Trust, no está de acuerdo.

“Sabemos que el racismo limita el acceso de la gente a los servicios, desde la salud hasta la vivienda”, dijo.

“Los sindicatos nos han dicho que es menos probable que las minorías desafíen a sus jefes por tener que ir a trabajar durante la pandemia. A menudo son más reacias a acceder al sistema sanitario por temor a no ser tratados bien”.

En Francia diversos abogados también dicen que la respuesta a los datos del INSEE y las lecciones de Reino Unido muestran que, incluso con los datos disponibles, la batalla contra el virus está demostrando que la desproporcionada desventaja socioeconómica es en parte causada por la discriminación racial.

“Por supuesto que están muriendo porque son pobres”, dijo Stephanie Mulot, una socióloga que investiga las desigualdades raciales en Francia.

“Pero, ¿por qué hay tantas probabilidades de que sean pobres? Es una discriminación acumulada: en el acceso a una casa confortable, a la atención médica, al empleo. Esto es lo que queremos demostrar”.

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