PARÍS.- Londres es la primera plaza financiera europea, pero
las autoridades francesas sueñan con que el Brexit permita a París
arrebatarle el liderazgo. Sin embargo, todavía está por ver si, tras la
negociación entre Reino Unido y la UE, la City londinense perderá acceso
a los mercados europeos.
El ministro francés de Economía, Bruno Le Maire, dijo esta
semana que “París se está convirtiendo en la primera plaza financiera”
del continente, lo que más que la constatación de una realidad, hasta
ahora difícil de verificar, es una declaración de intenciones. Los
servicios financieros representan en torno al 7 % del producto interior
bruto (PIB) británico y están esencialmente concentrados en Londres,
donde dan trabajo directamente a 250.000 personas.
En la capital francesa hay 180.000 empleos, según el organismo que
representa sus intereses, Paris Europlace. Su director general, Arnaud de Bresson,
pone el acento en que París ocupa la primera posición de la nueva Unión
Europea reducida a 27 países miembros por el Brexit, muy por delante de
los 70.000 de Fráncfort, de los 30.000 en Dublín y de otros tantos en
Luxemburgo. París no sólo es líder de la Europa continental en términos
de capitalización bursátil, sino también como centro de gestión de
activos, en el negocio de los derivados y en el mercado de seguros.
Las bazas de París
Para De Bresson, hay varias razones que lo explican, empezando
porque en el Viejo Continente París “es la otra única ciudad global
comparable a Londres”. En el contexto de la salida del Reino Unido de la
UE, que se formalizó este sábado, entre 80 y 100 empresas del sector
han decidido el traslado de unos 4.000 empleos directos desde Londres a
la región de París y “probablemente” ese proceso “se puede acelerar”,
según el directivo.
Como el Gobierno francés y el presidente, Emmanuel Macron,
Paris Europlace insiste en que la retirada del Reino Unido de la Unión
no es una buena noticia, pero sí una realidad con consecuencias. Le
Maire fue más allá al afirmar que la economía francesa “debe sacar
partido del Brexit”.
De momento es verdad que ya lo ha hecho, por ejemplo, con el
traslado de Londres a París de la Agencia Bancaria Europea (EBA) y de
sus 250 empleados, que se vienen a sumarse a otro regulador, la
Autoridad Europea de Valores y Mercados (ESMA), que ya tenía su sede en
la capital francesa.
Transferencias de actividad
Desde el referéndum de junio de 2016 en que los británicos se
pronunciaron mayoritariamente por salir de la UE, ha habido anuncios de
bancos de negocios como HSBC, Bank of America, JP Morgan, Morgan
Stanley o Goldman Sachs que han anunciado un refuerzo de sus efectivos
en París.
Pero pocos hablan directamente de transferencia de actividad
desde Londres. HSBC precisa que su filial en Francia ha adquirido una
serie de actividades en Holanda, Italia, España, República Checa,
Irlanda y Luxemburgo. Y recuerda que las operaciones en esos siete
países se asentaban en el pasaporte europeo del que hasta ahora se han
beneficiado las entidades con base en el Reino Unido.
El banco británico afirma que pese a su intención de “minimizar los cambios”,
esa filial en Francia refuerza su oferta de productos y servicios, así
como sus equipos allí (sin dar cifras), consciente de que sus clientes
del Espacio Económico Europeo tal vez no podrán ser atendidos en el
futuro desde Londres.
Incertidumbres para 2021
Detrás de esas fórmulas alambicadas está la incertidumbre
sobre cuál será la relación entre el Reino Unido y la UE una vez termine
el periodo de transición en enero de 2021. Porque hasta entonces, ese
país seguirá perteneciendo a la unión aduanera y al mercado único, tiene
garantizado su acceso al negocio de los servicios financieros y no
habrá un impacto económico directo.
Como lo explica el analista de la agencia de calificación S&P Aarti Sakhuja,
“los últimos tres años y medio han sido la parte fácil, pese a todas
las disputas políticas”, y es ahora en las conversaciones entre Londres y
Bruselas cuando está en juego lo que ocurrirá en el futuro.
Para S&P, hay una contradicción más que evidente entre el interés
de ambas partes por evitar una fractura de los mercados financieros, y
la voluntad declarada del Gobierno británico de ser libre para negociar
acuerdos comerciales con terceros países. Y advierte de que cuanto más
se separe de las regulaciones de la UE, mayores serán los costes también
para su sector financiero a la hora de comerciar con ese bloque.
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