MOSCÚ.- Las
votaciones en el Parlamento británico el martes en la noche pueden no
haber sido fáciles para nadie involucrado en el proceso del brexit, pero
señalan un momento de claridad desde el punto de vista de la teoría de
juegos.
Es
evidente que el Reino Unido, representado por el Parlamento, quiere
jugar una tanda única del dilema del prisionero con la Unión Europea. La
UE, por su parte, está jugando en interacciones infinitas.
Ambas partes
están jugando racionalmente a su modo, dentro de las limitaciones del
juego de cada una. Solo será posible obtener un resultado cooperativo si
una de las partes acepta la visión de la otra sobre el juego.
El
martes, el Parlamento dejó claro que no quiere que el país simplemente
se dé por vencido y permanezca en una unión aduanera con la UE, no
quiere una extensión del proceso del brexit sin una idea clara de lo que
hará en ese tiempo y no quiere una salida sin acuerdo.
Quiere que la
primera ministra, Teresa May, regrese a la mesa de negociación con la UE
y obtenga un mejor acuerdo (específicamente, uno que no deje al Reino
Unido en una unión aduanera permanente con la UE para evitar una
frontera dura con Irlanda).
En
términos más abstractos, el Parlamento quiere que May juegue una única
interacción del dilema del prisionero. En este juego, ambas partes son
prisioneros y tienen la oportunidad de cooperar o traicionar (ceder el
el backstop irlandés o enfrentarse a un brexit sin acuerdo). Si la otra
parte decide cooperar, tanto mejor.
El Parlamento, en efecto, le está
diciendo a May que asuma que la matriz de ganancias de este juego está
sesgada y la UE se beneficia más de la cooperación (por ejemplo, con un
backstop por tiempo limitado) que el Reino Unido si cede a las demandas
de la UE y permanece indefinidamente en la unión aduanera.
En los
experimentos, las personas con mayores ganancias cooperan más que las
que tienen menores ganancias (aunque vale la pena aclarar que las tasas
de cooperación no superan un tercio).
Entonces, el juego del parlamento es arriesgado, pero no irracional.
Si
la UE también estuviera en ese juego, evaluaría para su próxima jugada
si el Reino Unido está preparado para irse sin un acuerdo o si se
arrepentirá en el último momento. Pero ese no es el juego de la UE.
En
cambio, está jugando al dilema del prisionero con infinitas
interacciones. El otro jugador no es el Reino Unido, sino cualquier otro
Estado miembro. El juego no termina con el brexit: después del Reino
Unido, otros países (no sabemos cuántos, así que el juego es infinito)
pueden sentir la tentación de salir de la UE con términos favorables, es
decir, manteniendo los beneficios comerciales, pero sin seguir muchas
de las reglas comunes.
En ese juego, traicionar sigue siendo la
estrategia a prueba de balas para ambos jugadores, pero la cooperación
tiene más sentido (y ocurre con más frecuencia en los experimentos) que
en el dilema del prisionero de una interacción: la repetición posibilita
que la otra parte también coopere, y de este modo surja un patrón
mutuamente beneficioso.
Pero
cuando uno de los Estados miembro jugadores traiciona, es decir, se
rehúsa a ceder, para el jugador UE tiene sentido traicionar y optar por
una estrategia de castigo, por ejemplo, lo que se conoce como una
estrategia desencadenada, en la que se rehúsa a cooperar en todas las
interacciones posteriores a la traición del otro jugador.
En
el juego de la UE, algunas concesiones tienen sentido si el Reino Unido
coopera: por ejemplo, si acepta el backstop irlandés o alguna otra
forma de pérdida de soberanía a cambio de continuar el intercambio
comercial en términos favorables.
Sin embargo, no tienen mucho sentido
si el Reino Unido traiciona (es decir, si en efecto amenaza con salir
sin acuerdo y rechaza el backstop).
Si
las dos partes se siguen moviendo en juegos diferentes, el escenario
más probable es un brexit sin acuerdo. Un arreglo (según los términos de
una parte o la otra) solo es posible si una de las partes acepta la
versión del juego de la otra.
Eso solo puede ocurrir en esta etapa
tardía del proceso del brexit. Pero aceptar la perspectiva de la UE
parece difícil para el Parlamento británico porque considera el brexit
como un acuerdo de una sola interacción.
Por la misma razón, es difícil
para la UE aceptar la perspectiva del Reino Unido: sabe que el juego
podría continuar con otros miembros.
Si tuviera que apostarle a un resultado basado únicamente en
consideraciones de la teoría de juegos, y no en la compleja red de
preferencias personales y ambiciones que se puede apreciar en el minuto a
minuto del cubrimiento del brexit, apostaría por el brexit sin acuerdo.
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