La
sugerencia de que la Reserva Federal aumentará sus tipos de interés
solo en dos ocasiones durante el próximo año, cuando se estaba dando por
supuesto que aplicaría tres subidas, no ha servido para aliviar a los
mercados ni tampoco para satisfacer las demandas de políticos como el
presidente estadounidense Trump.
Más que una alegría, los mercados se han tomado este recorte de
escaleras alcistas como un aviso de que el año 2019 va a estar cargado
de incertidumbres. Más que miedo a una recesión económica, lo que se
está afianzando en estas últimas semanas del año 2018 es la sensación de
que la economía global está en trance de frenar su ritmo de
crecimiento, con todo lo que ello implica para las expectativas de
beneficio de las empresas y por lo tanto para el ánimo de los mercados y
de los inversores.
Los tipos de interés ya están en Estados Unidos a
niveles del año 2008, es decir, en el momento en el que se inició la
crisis económica de la que estamos saliendo. Los movimientos en los
tipos de interés desde finales del año 2015 han sido alcistas en nueve
ocasiones, una secuencia realmente amenazadora.
De momento, las previsiones que se manejan para el PIB estadounidense
han sido rebajadas desde el 2,5% que se preveía hace pocos meses hasta
el 2,3% que se considera ahora como lo más probable. Por lo tanto, con
previsiones económicas a la baja, el panorama se presenta menos
optimista y, por lo tanto, no hay motivos para que los mercados, y en
especial las Bolsas, sigan su tendencia alcista.
Ya están en negativo
todas las grandes Bolsas mundiales, incluidos los tres grandes
indicadores bursátiles estadounidenses, que este jueves profundizaban
aún más sus retrocesos.
El origen de las previsiones económicas a la baja arranca de las
malas sensaciones que se derivan de la amenazante guerra comercial que
protagonizan las dos grandes potencias económicas mundiales.
La
conflictividad comercial, que los dos grandes protagonistas han tratado
de dulcificar en las últimas semanas aunque con éxito moderado, ha
contribuido ya a frenar inversiones en muchas empresas de ámbito global o
de gran capitalización.
El ritmo de creación de empleo también se está
moderando, aunque en algunas economías de primer nivel, como la
estadounidense, se mantiene en la zona de máximos históricos.
Todas estas reacciones ya son visibles en las mayores economías del
mundo, razón por la que los mercados han reaccionado a la baja y siguen
haciéndolo hasta situarse en sus cotas más bajas desde hace dos años.
La
convergencia que las economías de primer nivel habían vivido años atrás
se está volviendo ahora hacia una situación en la que los tipos de
cambio de las divisas pueden provocar distorsiones adicionales en el
comercio mundial. Por ejemplo, el dólar está en posición de fortaleza
frente a la zona euro, mientras dentro de Europa afrontamos las
consecuencias imprevisibles de un Brexit de difícil digestión y final
incierto.
Todo ello genera distorsiones económicas en las empresas y en
las economías que ya son visibles en algunos casos y que los mercados
están dibujando con precisión creciente.
(*) Periodista y economista español
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