PITTSBURGH.- Legisladores
estadounidenses, líderes industriales y gobiernos de todo el mundo han
criticado los aranceles impuestos por el presidente Donald Trump a las
importaciones de acero y aluminio. Pero en Pittsburgh, ciudad del acero,
la reacción ha sido muy diferente.
Empleados
y compañías de Pittsburgh y sus alrededores, donde se encuentra el
motor industrial que solía producir gran parte del acero del mundo, son
sólidos partidarios de las tarifas.
El
anuncio de Trump no constituye para ellos una medida proteccionista,
sino una nivelación del terreno de juego para los trabajadores
estadounidenses.
"El
anunciado alivio ya envió un mensaje positivo dentro de la industria
sobre que el declive de los sectores de acero y aluminio puede ser
revertido", dijo el vicepresidente de United Steelworkers International,
Tom Conway.
Ese
sindicato con base en Pittsburgh, que representa a unos 850.000
trabajadores en Estados Unidos, es una poderosa voz de la industria que
se ha visto afectada por décadas por las importaciones baratas y las
nuevas tecnologías.
Representantes
sindicales de los grandes conglomerados industriales como US Steel
acompañaron a Trump en la Oficina Oval el jueves cuando anunció los
aranceles, que generaron el inmediato rechazo de legisladores de su
propio partido así como de representantes de otras organizaciones.
Los
detractores de las medidas expresaron su preocupación por el impacto
que puedan tener en otras industrias y también potencialmente en
millones de trabajadores.
Para el acero, sin embargo, marcan "un enorme resurgimiento", según un ejecutivo de la industria.
"El
efecto general es positivo", dijo Piotr Galitzine, jefe
ejecutivo de TMK-IPSCO, líder global de la producción de tuberías para
petróleo y gas.
Para la compañía matriz TMK, con base en Rusia, los aranceles les afectan de dos maneras.
"Vamos a perder un poco por el lado de la importación, pero vamos a ganar mucho más en el ámbito doméstico", dijo.
TMK-IPSCO opera 10 plantas en Estados Unidos con 2.000 empleados y ellos están "encantados" con los aranceles, dijo Galitzine.
"No
es un secreto que muchos obreros votaron por Trump por su promesa de
crear nuevos empleos" tras ver cómo los puestos en muchas industrias
fueron trasladados al extranjero en los últimos 40 años, añadió.
Pero
la decisión del presidente generará también "una rápida y específica"
represalia en el exterior, con la imposición de tarifas a exportaciones
estadounidenses, dijo Christopher Plummer, presidente de Metal
Strategies, una firma consultora especializada en la industria.
Los
precios aumentarán asimismo en algunos bienes con insumos de aluminio,
como autos y cerveza enlatada. "La pregunta es si causará mucho
impacto", dijo Plummer.
La
industria del acero se ha recuperado en general hasta un punto
aceptable desde el colapso de los precios del petróleo en 2014, explicó
Plummer.
Pero
Pittsburgh, perfectamente ubicada cerca de fuentes muy importantes de
carbón y metal, y en la confluencia de tres ríos, se ha salido del
camino seguido por la industria pesada desde hace años, dijo Chris Briem, un economista regional de la Universidad de Pittsburgh.
Y
los trabajos de la industria se han movido a locaciones más rentables y
evolucionado hacia tecnologías más flexibles y económicas.
En
los años 1950, cuando la industria del acero en Pittsburgh era la más
grande y competitiva del mundo, la región ofrecía más de 100.000 empleos
en acerías y herrerías.
Esa
cifra ha caído a unos 5.000 hoy en día, mientras las mejoras de
productividad y los cambios tecnológicos han cambiado para siempre la
industria, explicó.
"No
vas a reconstruir la industria pesada en el oeste de Pennsylvania, con
las tarifas o sin ellas", dijo Briem. "No hay ninguna acería esperando a
reiniciar su trabajo".
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