ROMA.- El presidente de la República de Italia, Giorgio Napolitano,
firmó hoy su renuncia al cargo, tal como él mismo adelantó el pasado 31
de diciembre, cuando alegó para ello "las limitaciones y las
dificultades" derivadas de su edad, 89 años.
La firma de la
renuncia se produjo esta mañana y se hizo pública después de que el
primer ministro, Matteo Renzi, interviniera ayer ante el pleno del
Parlamento Europeo en su discurso de cierre de la presidencia de turno italiana de la Unión Europea (UE).
A
las 12.05 hora local (11.05 GMT), Napolitano abandonó el palacio
presidencial del Quirinal en medio de los flashes, de los aplausos y de
los gritos de aquellos que se habían acercado para despedirle, tras casi
nueve años como jefe de Estado.
A ellos les dirigió un amplio saludo con la mano por fuera de la ventanilla del coche, visiblemente emocionado.
Pero
antes, en el interior de la sede de la Presidencia de la República
italiana, recibió con su mujer, Clio Bittoni, un piquete de honor que le
dio su adiós, al son del himno nacional.
La bandera italiana se arrió en la fachada del Quirinal y solo volverá a alzarse cuando se haya nombrado al próximo presidente italiano.
Tres
cartas ha tenido que escribir el ahora presidente emérito para hacer
oficial su renuncia: una al primer ministro, Matteo Renzi, otra al
presidente del Senado, Piero Grasso, y una tercera a la presidenta de la
Cámara de los Diputados, Laura Boldrini.
Después de una vida entregada a la política,
Napolitano se retira para poder dedicarse a su familia, como explicó
recientemente, y porque ya tenía "ganas de volver a casa".
En este
momento es Grasso quien asume las funciones de la presidencia de la
República hasta que sea elegido el sucesor, cuyo nombre será sometido a
una primera votación que tendrá que celebrarse, según contempla la
Constitución italiana, antes de los próximos quince días.
Aún no hay candidatos claros, tal y como afirmó a primera hora de la mañana Deborah Serracchiani, vicesecretaria del Partido Democrático -que lidera Renzi- y el objetivo del Gobierno es el de "alcanzar un acuerdo en la cuarta o quinta votación".
Napolitano
pasará a la historia por ser el primer presidente reelegido del país,
pues sustituyó a Carlo Azeglio Ciampi el 10 de mayo de 2006 y fue de
nuevo electo el 20 de abril de 2013 después de que los partidos
políticos fuesen incapaces de alcanzar el suficiente consenso para
decidir un sucesor.
Un hombre prudente
De ideología progresista y de carácter prudente, según ha sido descrito en diversas ocasiones, Giorgio Napolitano ha sido hasta hoy el primer presidente de la República italiana reelegido en la historia del país.
Nacido
en Nápoles en 1925, fue elegido como presidente el 10 de mayo de 2006,
en sustitución de Carlo Azeglio Ciampi, y de nuevo el 20 de abril de
2013.
Napolitano decidió dedicarse a la política a temprana edad y
nada más licenciarse en Derecho en 1942 fundó un grupo comunista y
antifascista que, durante la II Guerra Mundial, tomó parte en numerosas
acciones contra los nazis.
Miembro desde 1945 del Partido Comunista Italiano
(PCI), fue elegido por primera vez diputado en 1953 y reelegido
posteriormente, salvo en la IV Legislatura, hasta 1996, siempre por la
circunscripción de Nápoles.
Dentro del partido fue miembro de su comité central elegido en 1956 y responsable de la política económica, entre 1976 y 1979.
También
fue responsable de política exterior, entre 1986 y 1989, año en que fue
nombrado jefe de la diplomacia italiana en el "Gobierno en la sombra"
del PCI.
Allí permaneció dos años más, hasta la fecha de su
dimisión y ruptura con el PCI en el histórico congreso de Rimini, cuando
optó entonces por entrar a formar parte de las filas del Partido Democrático de la Izquierda.
Después
de una vida entregada a la política, en 1992 dio el salto a Europa como
eurodiputado, aunque fue breve pues retornó de nuevo a su país natal
tras ser elegido el 3 de junio de ese año presidente de la Cámara de los
Diputados, en sustitución de Oscar Luigi Scalfaro.
El entonces primer ministro italiano, Romano Prodi, lo nombró ministro del Interior en 1996, cargo en el que permaneció hasta la dimisión de aquél en octubre de 1998.
Napolitano
volvió, entonces, a Europa en 1999 y hasta junio de 2004 fue presidente
de la Comisión de Asuntos Constitucionales del Parlamento Europeo.
Nombrado senador vitalicio por el presidente de la República, Carlo Azeglio Ciampi,
fue elegido su sustituto el 10 de mayo de 2006 con el respaldo de 543
votos de los 1.000 votos posibles en la cuarta votación, en la que sólo
se necesitaba mayoría simple.
Asumió el cargo de undécimo
presidente de la República de Italia el 15 de mayo de 2006 y al día
siguiente encargó la formación del nuevo Ejecutivo a Romano Prodi, líder
de la vencedora coalición de centro izquierda La Unión en las
elecciones celebradas en abril.
En un acto sin precedentes en la
historia de la República italiana, el 20 de abril de 2013 fue reelegido
presidente en la sexta votación del Parlamento, después de que los
partidos políticos fuesen incapaces de elegir con el suficiente consenso
a su sucesor.
Conocido como el "Rey Umberto" por
su parecido físico con el último monarca de Italia y por sus modos
mesurados, el diario "La Repubblica" ha destacado en diversas ocasiones
"su gran prudencia y su cautela para tomar decisiones".
Además de su trayectoria política, Napolitano ha escrito más de una decena de libros,
entre ellas "Oltre i vecchi confini" ("Más allá de los viejos
confines"), "Al di là del guado: la scelta reformista" ("Más allá del
vado: la elección reformista") o "Europa e America dopo 89" ("Europa y
América tras 1989").
Amigo personal del premio Nobel chileno Pablo
Neruda, fue uno de las personalidades que en 1951 evitaron la expulsión
de Italia del poeta y ayudaron a la publicación de una de sus obras más
reconocidas, "Los Versos del Capitán".
Con motivo de la reedición
de ese libro en 2004, Napolitano escribió unas páginas en las que dijo
no poder olvidar la noche de Año Nuevo entre 1951 y 1952, que pasó junto
a Neruda.
En estas páginas, escribió que Neruda fue "un gran
poeta en cuyos versos se entrelazan íntimamente un intenso sentimiento
de amor y una indómita pasión política, más auténtica que los dudosos
mitos de la época".
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