TOKIO.- La inflación en Japón vivió en
noviembre su cuarto mes consecutivo de desaceleración, en un contexto de
caída de la producción industrial y del consumo, que podría implicar
una recesión prolongada en el archipiélago, cuyo primer ministro, Shinzo
Abe, busca relanzar la economía con su plan 'Abenomics'.
El
conservador Shinzo Abe, reelegido recientemente como primer ministro
tras la victoria de su Partido Liberal-Democrático (PLD) en las
legislativas anticipadas del 14 de diciembre, deberá ponerse manos a la
obra lo más rápido posible.
El primer anuncio de su nuevo mandato,
un plan de reactivación de 24.000 millones de euros (29.300 millones de
dólares), debe presentarse el sábado con la esperanza de dar un empuje
al consumo, ya que ocho meses después de la devastadora subida del IVA
los hogares japoneses redujeron su gasto el mes pasado (-2,5%
interanual), en un contexto de disminución de ingresos.
Y, como
consecuencia, los industriales redujeron su producción en un 0,6%,
primer retroceso en tres meses y dato muy por debajo de las expectativas
de los economistas (+0,8%). No obstante, los empresarios de la
industria prevén un aumento de la producción en diciembre y en enero, un
motivo de esperanza para los analistas de SMBC Nikko Securities.
En
este contexto de contracción de la economía, donde sólo el mercado del
empleo resiste (con una tasa de desempleo del 3,5%, en su nivel más bajo
desde finales de 1997), los precios aumentaron un 2,7% en noviembre
respecto al año anterior (+2,9% en octubre). Si no se tiene en cuenta el
impacto del alza a principios de abril del impuesto al consumo, que
aumenta la inflación en unos dos puntos, la progresión es de un 0,7%, es
decir, lejos aún del objetivo del 2% marcado por el Banco de Japón
(BoJ). El archipiélago, sumido en la lucha contra la deflación, no había
conocido una inflación tan débil desde septiembre de 2013.
Según los economistas, la reciente caída de los precios del petróleo podría acentuar esta tendencia.
A
largo plazo, no obstante, este elemento "beneficiará mucho a Japón",
que está obligado a importar de manera masiva hidrocarburos desde el
accidente nuclear de Fukushima, y contribuirá, así, a un aumento de los
precios, subrayó el jueves el gobernador del banco central, Haruhiko
Kuroda.
A pesar de este
discurso tranquilizador, si los precios "caen en terreno negativo", el
BoJ sólo tendrá la opción de llevar a cabo nuevos movimientos, quizás a
partir de enero y cuando "los efectos de su precedente flexibilización, a
finales de octubre, se han disipado por completo", señala SMBC Nikko
Securities. Antes de abrir las compuertas, Kuroda espera que comience
finalmente un círculo económico virtuoso gracias al impulso de
'Abenomics', un plan de Abe basado en medidas presupuestarias,
monetarias y en reformas.
El gobernador exhortó el jueves, durante
un discurso ante la patronal, muy beneficiada por la depreciación del
yen, a compartir los beneficios.
"Deben cambiar" su actitud y
reinvertir sus beneficios, aseguró Kuroda en la línea expresada la
semana anterior por Abe, quien instó a las empresas a aumentar las
retribuciones de sus empleados.
Según los datos publicados la
semana pasada por el banco central, las compañías japonesas, cuya
mentalidad continúa marcada por más de 15 años de deflación, nunca han
tenido un colchón de dinero tan lleno como a finales del mes de
septiembre.
Sin embargo, esta empresa parece complicada vistos los
resultados del índice "Tankan", aseguran los expertos, que instan a
instaurar un ambiente de negocios favorable.
Aquí es donde entran
en juego las famosas reformas estructurales prometidas por Shinzo Abe
(bajada de impuestos, desregulación, concreción de negociaciones
comerciales...) y que, según muchos, continúan siendo un boceto.
Aunque
las resistencias son numerosas, el primer ministro mostró de nuevo esta
semana su determinación con la esperanza de devolver el orgullo y el
poder a Japón, cuyo peso en la escena internacional, a su juicio, se
debilitó tras pasar a convertirse en tercera economía mundial, por
detrás de su gran rival, China.
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