viernes, 5 de febrero de 2010

Patrones españoles siguen contratando mano de obra agrícola en Rumanía

BUCAREST.- Han llegado por centenares para obtener un puesto en la cosecha de fresas: a pesar de que el desempleo se ha disparado en España, hay patrones andaluces que siguen contratando en Rumanía.

Es en Calarasi (sureste), ex orgullo de la industria metalúrgica rumana a orillas del Danubio, que los mayores productores de fresas españoles seleccionaban hasta este viernes a 270 trabajadores temporales.

El salario ofrecido es de 37 euros por día por "al menos seis horas de trabajo", más alojamiento y transporte de Rumanía a España, por un período de tres meses, según un cartel.

El desempleo se ha disparado en España y afecta a más de cuatro millones de personas, es decir un 18,83% de la población activa, el índice más elevado desde 1996.

"Incluso con este nivel de desempleo, estamos obligados a venir a Rumania porque los españoles no quieren trabajar en la agricultura", afirmó José Manuel Oliva Robles, representantes de Fresón de Palos, líder mundial de la producción de fresas (65.000 toneladas por año) con sede en Huelva.

El número de trabajadores rumanos oficialmente registrados en España aumentó a más o menos 288.000 en diciembre de 2009, según la embajada de España en Bucarest.

En Calarasi, ciudad de 70.000 habitantes donde la prosperidad de la metalurgia en los años 1980 no es más que un recuerdo, el interés de los españoles es considerado como una suerte.

Afectada el año pasado por una de las peores recesiones de la Unión Europea (UE), Rumanía vio el índice de desempleo saltar del 4,4% a finales de 2008 al 7,8% a fines de 2009. Este índice podría llegar hasta el 10% en 2010, según los analistas.

En la sala de espera del Centro de Formación Profesional en Calarasi, donde se efectúa la contratación, hay una verdadera marea de mujeres. Los patrones no proponen alojamiento a los hombres.

Entre los cientos de interesadas que enviaron su currículum, 610 han sido seleccionadas.

Hay muchas que han interrumpido sus estudios. Son muy jóvenes pero con el valor suficiente para partir al extranjero para efectuar trabajos agrícolas muy duros.

Elena Hagiu, de 41 años y su hija Iuliana, de 20 años, vinieron juntas. "No hay trabajo en Calarasi. Tengo cuatro hijos, yo sé que la cosecha es difícil pero no tengo opción. Es una suerte ganar un salario decente", dijo la madre.

Sin embargo, después del control de su preinscripción y de una entrevista muy breve con los españoles, sale decepcionada: "No fui contratada, no entiendo por qué".

Su hija Iuliana sale con una gran sonrisa. "Me fue bien mamá".

Otros contratos de trabajadores temporales están organizados para febrero y marzo para España, Gran Bretaña y Dinamarca. Alemania y Noruega contratan también para el sector del turismo.

En 2009, unos 111.000 rumanos encontraron trabajo en el extranjero, en la agricultura o la medicina gracias a acuerdos bilaterales sobre mano de obra y a la red europea Eures.

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