miércoles, 6 de enero de 2010

Claves para la Movilización Social (1) / Fernando de la Riva

"La construcción de un nuevo tipo de sociedad, de actores y Gobiernos, depende antes que nada de nuestra conciencia y de nuestra voluntad, o, más sencillamente aún, de nuestra convicción de que el riesgo de que se produzca una catástrofe es real, cercano a nosotros y de que, por tanto, tenemos que actuar necesariamente. Pero esta convicción no se forma por sí misma en cada ser humano... En vez de soñar de forma irresponsable con una salida a la crisis que suele definirse, demasiado alegremente, en función de la reanudación de los beneficios de los bancos, debemos tomar conciencia de la necesidad de renovar y transformar la vida política para que ésta sea capaz de movilizar todas las energías posibles contra unas amenazas que son mortales."

No, no es un radical antisistema quien hace esta reflexión, es Alain Touraine en El País de hoy.

Muy mal deben andar las cosas cuando el habitualmente moderado sociólogo francés parece estar de acuerdo en su diagnóstico con Fernando Cembranos y con quienes defienden el decrecimiento.

Touraine nos señala -en mi opinión- dos claves fundamentales para que se produzca la movilización social capaz de hacer frente a las amenazas.

La primera, es la convicción de que el riesgo de que se produzca la catástrofe es real.

Necesitamos que esa convicción sea másiva, que alcance a la mayoría de la población.

Y tal cosa no va a ser fácil, porque a pesar de los indicios crecientes de la gravedad de las crisis, la mayoría social -especialmente en los países enriquecidos- continuamos fascinados por la ficción del crecimiento y el consumo, esperando "la salida de la crisis".

Como dice Touraine, no es una convicción que se forme por si sola, así que va a ser necesario que, paralelamente al agravamiento de las condiciones de vida, multipliquemos la sensibilización y la concienciación social.

Aquí tenemos una responsabilidad individual -cada uno y cada una- y colectiva -cada organización, cada movimiento social- de contribuir al desvelamiento de la realidad.

A estas alturas, quienes callan o niegan son complices.

Y, repito, no será fácil despertar las conciencias, porque a las gentes no nos gusta que nos amarguen la fiesta del consumo, que nos hablen de problemas y riesgos, que nos exploten el globo, la ilusión del crecimiento sin fin.

Una segunda clave es la conciencia -también masiva, mayoritaria- de que tenemos que actuar, de que no podemos esperar a la acción de los gobiernos o los representantes políticos.

De nuevo topamos aquí con las resistencias de una sociedad acomodada, apática, que ha delegado la acción y la responsabilidad política en manos de los partidos.

¿Cómo hacerlo? ¿Cómo poner en pie formas inéditas de organización y acción política, que sean capaces de articular a una nueva mayoría social, que está por construir, que será necesariamente plural y heterogénea, que carece de los valores y habilidades sociales necesarios para autoconstituirse?

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