Tras indicar que el modelo de 'banco malo', que el Ejecutivo alemán aprobó el pasado 13 de mayo, todavía necesita la aprobación del Parlamento germano, por lo que podría verse sometido a cambios, sin embargo, sostiene que tal y como está planteado "puede entorpecer la reestructuración del sector a corto plazo".
De acuerdo con la propuesta, las entidades venderían los activos tóxicos a los vehículos especiales creados especialmente para absorberlos (SPV, 'special purpose vehicle') con un descuento del 10% sobre en valor en libros y pagarían una comisión al Estado.
Asimismo, los SPVs darían a cambio a la entidad bonos con garantía del Estado, elegibles para descontar en las operaciones repo ante el BCE. Una vez el activo pasa al SPV, un tercero, normalmente una auditora, determina su valor fundamental.
En su último Boletín Financiero, el banco cuestiona que la responsabilidad por el riesgo asumido por las entidades "no tiene reflejo directo" en los actuales gestores y accionistas y que asumirán la valoración del tercero, más lo que descuente el mercado, pero que no tiene por qué corresponderse con lo que suceda dentro de 20 años (cuando el SPV vuelve a consolidar en el grupo).
Asimismo, subraya que otro de los retos a los que se enfrenta la propuesta es el de la credibilidad que dé el mercado a la determinación de los valores fundamentales.
El Santander también recuerda que, según la propuesta, las entidades tendrían que dotar provisiones por la diferencia entre el valor en libros, menos las primeras pérdidas, y el valor fundamental determinado por la auditora.
No obstante, resalta aspectos positivos, como que el plan no libera de responsabilidades a las entidades, pero las proporciona tiempo y recursos y no genera 'moral hazard' (riesgo moral), ya que cada entidad asumirá el valor que resulte de sus inversiones en 20 años, tanto en el sentido negativo como en el positivo.
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