domingo, 21 de septiembre de 2008

Banca española, ¿ajena a toda sospecha?

MADRID.- Que «la banca española goza de buena salud» se ha repetido hasta la saciedad desde que estallara la crisis «subprime». Hoy, trece meses después y con los mercados crediticios aún más colapsados que al principio esta frase sigue diciéndose, sí, pero con la boca un poco más pequeña, según "Abc".

Los factores que han provocado esta bajada de tono son varios aunque, según los expertos, la persistente tensión de la crisis de liquidez es, sin duda, el más procupante a nivel global y nacional. El cierre del interbancario, incluso en sus plazos más cortos, está haciendo que, para los bancos, cada vez sea más difícil conseguir capital. Las inyecciones del BCE y la Fed durante esta semana son sólo flor de un día y no suponen ninguna garantía de futuro.

Así, aunque el sistema financiero español no se ha contagiado directamente por la difusión de los activos tóxicos «subprime», no puede decirse que esté inmunizado, dadas sus necesidades de un capital más caro y de difícil acceso (ver gráfico superior de los vencimientos de deuda de las principales entidades de nuestro país).

El sector bancario español se ha especializado en el llamado «retail», es decir, en los clientes pequeños a los que captan a través de una tupida red de sucursales.

Y precisamente este aspecto ha sido su salvación y su condena. La orientación al mercado nacional les alejó de las venenosas «subprime» y de los complejos vehículos de inversión, pero también en casa hay motivos por los que dudar.

Si los últimos años nuestros bancos han vivido a cuerpo de rey a costa del sector inmobiliario, ¿cómo van a compensar ahora el estancamiento de las ventas de viviendas y la caída del poder adquisitivo de las familias?

En una situación crediticia normal, la respuesta más segura hablaría de una moderación de los beneficios y un aumento de la morosidad. Serían tiempos difíciles pero nada más allá. Sin embargo, la realidad es hoy mucho más compleja, pues a la crisis inmobiliaria -que cada vez presiona con más fuerza los recursos de las entidades nacionales- hay que añadir las fuertes tensiones de los mercados interbancarios.

Además, mientras los activos inmobiliarios pierden valor a marchas forzadas, los sobresfuerzos de bancos y cajas por salvar a sus antiguas compañeras de festín han alimentado las dudas sobre si se estará entrando en un punto de difícil retorno. Quizá, se plantean algunos expertos, esté siendo peor el remedio que la enfermedad.

Por el momento, en apenas tres meses, los créditos impagados del sector promotor se han duplicado. Al cierre de junio ascendieron a 6.202 millones de euros, un 1,98% de la cartera total. En marzo alacanzaban ya los 2.850 millones -un 0,92%- según el Banco de España.

La morosidad total de la banca se situó en julio en el 2,15%, lo que supone un «rally» ascendente de máxima cilindrada, pues en sólo un mes, los morosos han aumentado en la misma cuantía que en los últimos cinco años.

A la vista de estos datos, ya son más de uno y de dos los que piensan que es sólo cuestión de tiempo que el mapa financiero español cambie. Es cierto que la práctica totalidad de los analistas apuesta porque no habrá quiebras bancarias, pero la creencia de que en los próximos meses habrá importantes operaciones de concentración, sobre todo en las cajas de ahorros, ha adquirido ya categoría de ley.

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