SEÚL.- El presidente de EE.UU., Donald Trump,
llegó hoy a Corea del Sur con expectativas de reunirse con el líder
norcoreano, Kim Jong-un, en la militarizada frontera que separa ambos
países para tratar de revitalizar el diálogo sobre desnuclearización.
Antes de llegar a Seúl, cuando se encontraba aún en la cumbre de líderes del G20 en Osaka (Japón), Trump
envió un mensaje por la red social Twitter invitando a Kim a reunirse
“unos dos minutos” con él durante la visita que tiene prevista el
domingo a la zona desmilitarizada (DMZ) que separa ambas Coreas.
“Mientras estoy allí, si el líder Kim de Corea del Norte ve esto, ¡yo
me reuniría con él en la Frontera/Zona desmilitarizada solo para
estrecharle la mano y decir Hola (?)!”, escribió en Twitter.
El régimen no tardó mucho en responder por boca de su viceministra de Exteriores, Choe Son-hui.
En nota publicada por la agencia estatal KCNA, Choe calificó la
propuesta de “muy interesante” y la consideró positiva para las
relaciones bilaterales.
Aunque explicó que EE.UU. aún no había cursado una invitación oficial
para que ambos mandatarios se reúnan en la DMZ, se da por hecho que el
régimen acepta la proposición y que el encuentro se producirá el
domingo.
Por si acaso, Trump dijo que no consideraría un mal gesto el que Kim no se presente.
“Nos han contactado muy rápido y quieren ver si podemos hacer algo, y
no estamos hablando de una reunión larga, solo un saludo rápido”,
indicó el presidente estadounidense poco antes de despegar desde Osaka
rumbo a Seúl.
“No lo llamaremos una cumbre, lo llamaremos un apretón de manos, si
ocurre. Creo que a él le gustaría hacerlo, y a mí no me importaría,
porque mañana voy a estar en la DMZ”, agregó.
De este modo, no se espera que el encuentro tenga más contenido fuera
de un apretón de manos o algún otro gesto simbólico como el mencionado
por Trump, que dijo que no le
importaría cruzar brevemente la divisoria y convertirse así en el primer
presidente estadounidense en pisar jamás territorio norcoreano.
Por tanto, aunque se trataría de un encuentro más simbólico que
sustancial, podría ser de vital importancia para demostrar que el
dialogo sobre desnuclearización sigue vivo pese al desencuentro que
protagonizaron ambas partes en la cumbre de Hanói de febrero.
En la capital vietnamita, Pionyang abogó por una desnuclearización
gradual acompañada del progresivo levantamiento de sanciones, una oferta
que Washington -que sostiene que no relajará sanción alguna mientras el
régimen no elimine sus programas nuclear, de misiles y de armas
químicas y biológicas- consideró inaceptable.
Desde entonces, Corea del Norte ha endurecido el tono, reclamando a
EE.UU. retornar a la mesa con una postura más flexible, e incluso ha
realizado dos pruebas de misiles.
Sin embargo, un reciente intercambio de cartas entre Kim y Trump,
así como el viaje del presidente estadounidense a Corea del Sur han
incrementado las esperanzas de que se puedan retomar las conversaciones e
incluso convocar una nueva cumbre entre ambos líderes.
Tras haber aterrizado en la base aérea de Osan, 40 kilómetros al sur
de Seúl, el inquilino de la Casa Blanca se ha dirigido al palacio
presidencial, donde el presidente surcoreano, Moon Jae-in, le ha
recibido con una cena.
Está previsto que Trump se
reúna a primera hora del domingo con un grupo de empresarios surcoreanos
antes de celebrar una cumbre con Moon, una figura clave en el
acercamiento con Corea del Norte pese al aparente enfado de Pionyang con
su vecino del sur al considerar que no ha hecho lo suficiente por
ablandar a Trump en los últimos meses.
Se espera que el presidente estadounidense se dirija después a la DMZ, el área militarizada que divide a las dos Coreas.
Los dos países técnicamente siguen en guerra ya que el conflicto que
las enfrentó entre 1950 y 1953, y en el que Washington lideró la
coalición que apoyó a Seúl, se cerró con un alto el fuego en vez de con
un tratado de paz.
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