BRUSELAS.- La caída de los partidos
tradicionales en Bélgica, unida al auge de ultraderechistas y
ecologistas, dejan un fragmentado paisaje político, que augura unas
complejas negociaciones para formar gobierno.
La extrema derecha
flamenca del Vlaams Belang (Interés flamenco), que pasó de 3 a 18
diputados en un Parlamento de 150, se convirtió en la sorpresa de estos
comicios legislativos, convirtiéndose en la segunda fuerza política de
la región.
En el otro extremo, la formación de izquierda radical
Partido del Trabajo de Bélgica obtuvo 12 diputados en total entre las
circunscripciones de Flandes, de la región francófona de Valonia y de la
bilingüe de Bruselas-Capital.
La progresión de estas dos
formaciones muestra la fragmentación del panorama político, si bien el
actual primer ministro, el liberal francófono Charles Michel, ya
descartó ambas en una eventual negociación de un gobierno de coalición.
"Los
partidos no democráticos no están destinados a estar en las mayorías
gubernamentales", aseguró el jefe de gobierno de un país reputado por
las largas negociaciones para formar gobierno que, en 2010-2011, tomaron
541 días.
A partir del lunes, el rey Felipe de los Belgas debe
realizar una primera ronda de consultas con los presidentes de los
partidos, al término de la cual debe nombrar un "informador", una
especie de mediador para explorar las diferentes opciones.
Su
tarea se presenta ardua, máxime cuando las diferentes corrientes
políticas -socialistas, liberales, democristianos, ecologistas...- se
desdoblan con un partido para francófonos y otro para neerlandófonos.
Los
cuatro partidos de la coalición de centro derecha en el poder entre
2014 y 2018, con los nacionalistas de la Nueva Alianza Flamenca como
pilar antes de dejar caer el gobierno, pierden unos 20 diputados,
alejándose de la mayoría.
La N-VA, primer partido del país y de
Flandes, retrocede a los 25 escaños (-8); los liberales francófonos de
Charles Michel se quedan con 14 (-6)) y los liberales neerlandófonos del
Open VLD caen a los 12 (-2), el mismo número que los democristianos
flamencos de la CD&V (-6).
En el sur del país, en Valonia, los
socialistas francófonos retroceden ligeramente hasta los 20 escaños
(-3), pero mantienen su primer puesto ante el auge de los ecologistas,
que, por su parte, se convierten en la primera fuerza de la región de
Bruselas.
Los ecologistas, que en todo el país lograrían 21
diputados, se convierten en uno de los vencedores de estos comicios y ya
expresaron su disposición a formar "una coalición clima" con la
izquierda, los centristas y los liberales.
"Hemos ganado
ampliamente nuestra apuesta (...) Esta noche la ola verde progresa", se
felicitó Zakia Khattabi, copresidenta de Écolo. Las semanas previas a la
votación estuvieron marcadas por una serie de manifestaciones
estudiantiles para llamar la atención sobre el cambio climático.
La
otra cuestión clave de la campaña fue la política migratoria, máxime
cuando a finales de 2018 los ministros de la N-VA salieron del gobierno
por su oposición a la firma del Pacto Mundial sobre Migración de la ONU.
"Las
derechas radicales cuentan con una dinámica positiva allí en Europa
donde la cuestión identitaria está presente, como en Flandes", apuntó
antes del escrutinio el politólogo Pascal Dewit, de la Universidad Libre
de Bruselas (ULB).
Sobre la cuestión de los refugiados, el
antiguo secretario de Estado de Migración, Theo Francken (N-VA),
alimentó las tesis del Vlaams Belang, abiertamente antimigración. "En la
retórica, era lo mismo", según el politólogo.
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