GINEBRA.- La Organización Mundial del Comercio
(OMC) se acerca a sus 25 años de existencia con un horizonte marcado por
una profunda crisis interna debido al auge del proteccionismo y el
fracaso de la ronda de Doha, a lo que se suma el escaso interés de EEUU
por mantener sus competencias.
El 15 de abril de 1994
se firmó el Acuerdo de Marrakech, que culminaba ocho años de
negociaciones (la llamada Ronda de Uruguay) y transformaba el Acuerdo
General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), firmado en 1947, en
la OMC, un órgano más institucionalizado y con mayores poderes de
arbitraje en el comercio internacional.
La OMC echó a andar el 1 de enero de 1995, un hecho que
para muchos marcó el auténtico inicio de la globalización, y 25 años
después sigue ejerciendo como tribunal de disputas comerciales y gran
foro de negociaciones, pero EEUU, uno de sus grandes impulsores en sus
comienzos, es ahora una de sus grandes amenazas.
"Estados
Unidos está matando la OMC desde dentro", decía ya en 2017 la comisaria
europea de Comercio, Cecilia Malmström, y dos años después la situación
aún es más complicada, ya que amenaza con llegar a su punto más crítico
el próximo diciembre.
La crisis gira en torno a uno
de los principales órganos de la OMC, el Órgano de Apelación, última
instancia en las disputas comerciales entre miembros de la organización y
cuyas decisiones tienen poder vinculante, algo que se decidió
precisamente en Marrakech.
Este órgano está formado
habitualmente por siete jueces, pero la delegación estadounidense veta
desde 2017 el nombramiento de nuevos miembros, por lo que actualmente se
reduce a tres, el mínimo exigido para que siga funcionado.
El
10 de diciembre termina el mandato de ocho años para dos de los jueces
que quedan (el indio Ujal Singh Bhatia y el estadounidense Thomas
Graham), por lo que el órgano quedaría con sólo un miembro, la china
Hong Zhao, y sus competencias quedarían paralizadas.
"Esto
podría eventualmente amenazar todo el sistema de solución de disputas
tal y como lo conocemos", reconocía en un reciente discurso el propio
director general de la OMC, el brasileño Roberto Azevedo.
Las
causas de la parálisis son claras: el presidente estadounidense, Donald
Trump, desdeña las instituciones internacionales, y más una como la
OMC, que es la única en la que Estados Unidos admitía cierta cesión de
soberanía y obediencia a sus decisiones, precisamente las tomadas por el
Órgano de Apelación.
Sus antecesores en la
presidencia, George W.Bush y Barack Obama, ya habían criticado al órgano
por tomar a menudo decisiones contrarias a los intereses
estadounidenses y emitir veredictos cada vez más valorativos, aunque ha
sido Trump quien ha transformado ese malestar en maniobras concretas
contra la OMC.
El impasse ha intentado ser frenado con
proyectos de reforma del sistema de gobierno de la OMC, pero ninguna
desde la parte estadounidense, que no ofrece alternativas y parece más
interesada en mantener la crisis.
"Se están
presentando propuestas, pero necesitamos un cambio completo de marcha y
de posiciones para lograr progresos", destacaba Azevedo, quien evita,
como muchos otros cargos en el seno de la OMC, aludir directamente en
público a EEUU como responsable directo.
Esta crisis
interna se produce además en el momento en que se vive un conflicto
comercial entre las dos principales economías mundiales, China y los
mismos Estados Unidos, lo que añade tensiones en el seno de la
organización.
Pekín y Washington llevan a cabo las
negociaciones para resolver esta disputa de forma bilateral, sin apenas
mediación de la OMC, por lo que parecería que Trump intenta una vez más
mostrar su rechazo a la organización.
A todo esto se
une que la capacidad de la OMC para negociar nuevos mecanismos
internacionales de regulación del comercio se vea minada desde hace más
de una década por la falta de avances en la Ronda de Doha, iniciada en
2001.
Esa ronda, cuya intención era que los países en
desarrollo se sintieran más integrados al libre comercio (abriendo por
ejemplo los mercados de los países ricos a los productos agrícolas de
las naciones pobres), lleva años paralizada y para muchos convertida en
"muerto viviente", aunque India o África pidan su reactivación.
Este
otro impasse dificulta nuevas negociaciones en la OMC, como la que se
necesita desde hace tiempo para regular internacionalmente el comercio
electrónico, sector que no trató en 1994 Marrakech (por la simple razón
de que no existía) y que ahora es urgente tratar, dado que ya representa
cerca de un 20 por ciento del total.
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