miércoles, 6 de marzo de 2019

El compromiso de los principales bancos centrales tranquiliza a los mercados

BASILEA.- El compromiso de los principales bancos centrales del mundo, especialmente de la Reserva Federal (Fed), a no endurecer su política monetaria y mantener los estímulos tranquilizó a los mercados a comienzos de este año. 

Así se desprende del último informe trimestral del Banco de Pagos Internacionales (BPI), publicado este martes y en el que analiza la caída de los mercados a finales de 2018 y el rebote los primeros meses de 2019.
“El temor a que la política monetaria continuara endureciéndose, pese al deterioro de las perspectivas económicas, provocó una acusada caída de las cotizaciones bursátiles estadounidenses en diciembre”, recuerda el BPI, que asiste a los bancos centrales. Entre los inversores cundió la incertidumbre sobre el futuro crecimiento de los beneficios corporativos.
Los mercados financieros se recuperaron en el nuevo año, después de que varios bancos centrales reiteraran que su política monetaria tendría en cuenta los riesgos para la economía mundial. Las acciones, los bonos de empresas, el petróleo y los metales industriales se recuperaron.
El jefe del departamento Monetario y Económico del BPI, Claudio Borio, observó que la evolución de los mercados en los últimos meses deja un claro mensaje: “el proceso sumamente gradual y predecible de endurecimiento de la política monetaria se ha interrumpido y se ha tornado menos predecible”.
Borio también destaca “la estrecha interacción entre los bancos centrales y los mercados” en los últimos meses y cómo afecta a los precios de los activos.
Los mercados financieros examinan con atención todas las palabras de los bancos centrales y las toman como pistas para sus subidas y bajadas.
A su vez, los bancos centrales examinan con atención los mercados financieros para entender mejor el futuro de la economía, porque los mercados reflejan e influyen la actividad, según Borio.
Por ello, la Fed se ha comprometido a ser paciente en el ritmo de normalización de su política monetaria.
“El estrecho camino hacia la normalización monetaria está resultando sinuoso”, considera Borio.
Porque las perspectivas de la economía son ahora más inciertas y se ha observado un especial nerviosismo en los mercados financieros porque la inflación de las economías avanzadas ha dado escasas muestras de reactivarse.
Los mercados financieros recuperaron las pérdidas sufridas desde comienzos de diciembre por la disposición de la Fed, el Banco Central Europeo (BCE) y el Banco de Japón (BoJ) de mantener su política monetaria expansiva y ajustarla dependiendo de las circunstancias.
Por ello, los precios de los activos de riesgo subieron y la rentabilidad de los bonos bajó, sobre todo la de los bonos alemanes, que bajó a niveles no vistos desde hace tiempo.
Pese a la desaceleración económica de China, las economías emergentes aguantaron bien, según el BPI.
La situación de China parece influir más a las economías avanzadas, especialmente a la zona del euro, que a las emergentes, considera Borio.
Al volverse la política monetaria de las economías avanzadas más expansiva de lo esperado, aumentó la tolerancia al riesgo y la entrada de fondos a activos de mercados emergentes, disparando sus precios, según el BPI, cuya sede está en la ciudad suiza de Basilea.
La debilidad inicial del dólar también sostuvo las entradas a fondos de renta fija y a acciones en las economías emergentes y redujo la rentabilidad de los bonos soberanos.
En la medida en que el dólar se apreció, las entradas continuaron pero a un ritmo más lento.
Borio añade que los bancos reconocen mejor los riesgos relacionados con el uso de sus balances, que ya no tratan como un recurso libre, que pueden ampliar con la despreocupación que lo hicieron antes de la crisis.
Y esta evolución es “sana” e indica que se toman menos riesgos y que si hay tensiones de liquidez, las instituciones financieras deberían estar mejor situadas para absorber el golpe.
Pese a que aumenta la incertidumbre por el “brexit” y a que el Banco de Inglaterra ha rebajado las perspectivas de crecimiento, los activos del Reino Unido no se han visto afectados y la libra se ha depreciado frente al dólar, pero por poco tiempo.

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