viernes, 8 de febrero de 2019

El desencuentro diplomático con Italia alegra a Macron

PARÍS.- Emmanuel Macron aplicó el viejo proverbio: no hay que desperdiciar una buena crisis. Las relaciones con Italia han pasado de malas a tóxicas y el presidente francés ha tomado medidas sin precedentes al llamar a consultas a su embajador en Italia. Este es el tipo de desencuentro diplomático que usualmente no ocurre entre grandes estados de la UE. 

El objetivo es avergonzar a Luigi Di Maio, el viceprimer ministro italiano y líder del movimiento antisistema 5 Estrellas, quien descaradamente se reunió con varios representantes de los chalecos amarillos en suelo francés.
Aunque también es una forma, exenta de riesgo, de afirmarse en el escenario internacional, una oportunidad útil ya que trata de recobrar la iniciativa política del movimiento de los chalecos amarillos antes de las elecciones del Parlamento Europeo este año. No hace daño invocar un poco de orgullo nacional cuando se compite por la atención que está recibiendo un movimiento populista. 
También se ha retirado de la Conferencia de Seguridad de Munich en febrero, por las tensiones con Alemania, y se enfocará en Francia. La principal preocupación de Macron es volver a concentrarse en el proyecto de recomposición de la economía tambaleante de Francia, al abarcar el alto gasto, los impuestos altos y los trámites burocráticos. Las protestas nacionales han dificultado la ejecución de estas tareas.
Su malestar parece justificado tras las provocaciones frecuentes de Di Maio hacia el presidente francés. Después de acusar a Francia de explotación colonial en África a través de monedas locales sujetas al euro, y de incentivar a los chalecos amarillos a "continuar" las violentas protestas contra las políticas de Macron, Di Maio se reunió personalmente con una parte del grupo. 
Aparentemente era un esfuerzo por crear una relación política futura en el Parlamento Europeo si los chalecos amarillos llegasen a convertirse en un movimiento. El objetivo deliberado era encolerizar a Macron.
Al responder con tanta fuerza diplomática, Francia ha logrado poner a Italia en una situación incómoda por las acciones de Di Maio, según Jean-Pierre Darnis, asesor del laboratorio de ideas IAI. Queda claro que Matteo Salvini -líder de la Liga de derechas y compañero de Di Maio en la coalición populista que gobierna- ofreció rápidamente a París entrar en diálogo. 
Salvini se ha quejado de Francia en el pasado, en particular sobre su hipocresía sobre la inmigración, pero es posible encontrar una salida a la crisis.
Francia e Italia tienen muchos negocios y el comercio anual entre los dos países asciende a 77.000 millones de euros (87.000 millones de dólares). Esto no debería verse afectado por la riña diplomática, dice Lorenzo Codogno, antiguo economista jefe del Tesoro de Italia.
Mientras tanto, Macron tratará de utilizar el incidente para recobrar la iniciativa nacional en un momento en que el apoyo público a los chalecos amarillos sigue siendo alto, la economía francesa está desacelerándose y el movimiento Agrupación Nacional de Marine Le Pen está encabezando las encuestas de la elección europea. 
La credibilidad del gobierno de Macron recibió un fuerte golpe el año pasado cuando la violencia se apoderó de las calles, obligándolo a desactivar la política sobre aumento tributario y los cerca de 11.000 millones de euros adicionales (12.500 millones de dólares) en concesiones presupuestarias. 
Esta situación condenaba a Francia a incumplir su límite de déficit en la UE en 2019, otra debilidad explotada por los italianos. La Comisión Europea recortó el jueves el crecimiento del PIB de Francia, pasando de 1,6 por ciento a 1,3 por ciento.
Macron se está arrastrando de vuelta desde sus bajísimos índices de aprobación. A través de un gran debate sobre la economía pretende aumentar el apoyo a su reforma y está dispuesto a neutralizar el atractivo político de los chalecos amarillos. Más de dos tercios de los franceses quieren una especie de referendo sobre las conclusiones del debate, según una encuesta de YouGov, una idea que Macron está contemplando.
El presidente francés aún considera que el país necesita una medicina económica fuerte. Sin embargo, no es seguro que lo logrará. Su meta para 2022 de eliminar casi todo el déficit presupuestario parece difícil de cumplir, de acuerdo con Marc de Muizon, economista de Deutsche Bank. 
El índice francés deuda-PIB no está lejos del 100 por ciento -donde se ubicaba Italia hace una década- y su déficit no se está reduciendo, se está expandiendo. Con esta presentación del escenario, pueden ahora entender este pequeño episodio del teatro político.

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