La
única certeza que hay en la vida es que siempre hay alguien que nos
engaña
o dicho de otro modo, “la
mitad de la humanidad se levanta todos los días pensando en cómo
estafar a la otra mitad”
como dijo Alberto
Canosa.
Es
como el cuento de “Alibabá y los cuarenta
ladrones”.
¿Cómo
es posible que la humanidad haya perdido su nobleza y se haya
convertido en una caricatura de sí misma? Una respuesta
superficial sería la necesidad, pero también se me ocurre otra más
profunda: que hemos sido engañados por fuerzas oscuras para
convertirnos en lo que somos.
Robar
es tomar para sí lo ajeno, o hurtar de cualquier modo que sea.
El robo es un delito contra el patrimonio, consistente en apoderarse
de bienes ajenos, empleando para ello la mentira, la intimidación o
la violencia. Son precisamente estas dos modalidades de ejecución
de la conducta las que la diferencia del hurto, que exige únicamente
el acto de apoderamiento. Consiste el delito de hurto en el
apoderamiento ilegítimo de una cosa ajena que, a diferencia del
robo, es realizado sin fuerza en las cosas, ni violencia o
intimidación en las personas.
¿Y
qué decir de la corrupción política? España se ha convertido
en una cueva de ladrones y lo peor de todo es que la gente sigue
votando a los mismos corruptos, lo que ha producido un coste
social de diez millones de pobres. Por muy democrático que esto
sea, no deja de ser una degeneración ética de las masas. Es
como decir, “tenemos lo que nos merecemos”. No, nadie
se merece tener un ladrón que le chupe la sangre, pero la estupidez
humana no tiene límites como dijo Einstein.
En
el cine español también pueden encontrarse ejemplos de películas
que giran alrededor de la corrupción o la incluyen como elemento
importante en sus tramas. Un par de ejemplos son “El diputado”
(1.978) de Eloy de la Iglesia, en la que la ultraderecha de la
transición lanza una trama para acabar con la carrera política de
un brillante candidato de la izquierda; o “La escopeta nacional”
(1.978) de Luis García Berlanga, sobre un empresario catalán
de porteros electrónicos que decide organizar una cacería en Madrid
para hacer contactos dentro de una corte franquista de lo más
surrealista.
La
corrupción produce desconfianza en los partidos políticos, en los
dirigentes políticos y en la mayor parte de instituciones públicas.
Conduce a mucha gente a adoptar estrategias menos cooperativas y
fomenta la deserción con el fin de no ser explotado
por personas pertenecientes a redes corruptas.
Como consecuencia de
lo anterior, se genera abstención y pérdida del interés por la
política, durante periodos prolongados. Eso sí, ocasionalmente,
aparecen movimientos de protesta que tratan de confrontarse con el
poder político, y generan inestabilidad política y represión
política o policial.
TRANSPARENCIA
CONTRA LA CORRUPCIÓN
Se
entiende por corrupción la acción o inacción de una o varias
personas que manipulan los medios públicos en beneficio propio
y/o ajeno, tergiversando los fines del mismo en perjuicio del
conjunto de la ciudadanía a la que debían servir y beneficiar.
La
corrupción política se refiere al mal uso del poder público
para conseguir una ventaja ilegítima, generalmente de forma
secreta y privada. El término opuesto a corrupción política es
la transparencia. Por esta razón se puede hablar
del nivel de corrupción, o de transparencia de un Estado.
Todos
los tipos de gobierno son susceptibles de corrupción política.
Las formas de corrupción varían, pero las más comunes son el
uso ilegítimo de información privilegiada y el patrocinio;
además de los sobornos, el tráfico de influencias, las
extorsiones, los fraudes, la malversación, la prevaricación, el
caciquismo, el compadrazgo, la cooptación, el nepotismo, la
impunidad, y el despotismo.
Además,
la corrupción facilita a menudo otro tipo de hechos criminales como
el narcotráfico, el lavado de dinero, y la prostitución ilegal;
aunque no se restringe a estos crímenes organizados, y no siempre
apoya o protege otros crímenes.
EDUCAR
EN VALORES
Según
Max Weber, puede decirse que la gran diferencia entre el
ejercicio del poder por el antiguo régimen y el mundo democrático,
es que en el antiguo régimen ese ejercicio era marcadamente
patrimonialista. Sin embargo, en los regímenes democráticos,
al recaer la soberanía en el pueblo, el ejercicio del poder tiene
que responder ante la nación.
Sin
embargo, aún perduran con más presencia los lazos familiares o
de amistad conforme se desciende en la pirámide burocrática.
La
clave para frenar la corrupción posiblemente se encuentre en el
fortalecimiento del tejido social-institucional. En este
sentido la educación en valores puede llegar a ser uno de los
pilares, así como procedimientos más transparentes sobre
el manejo del dinero y a la implementación de las
transacciones financieras, incluyendo por cierto el uso del
llamado dinero telemático o dinero digital, o sea el uso de
especies dinerarias electrónicas y nominativas, sin base material
anónima, y que permita el cómodo seguimiento de largas cadenas
de transacciones.
(*) Periodista español
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