ADIS ABEBA.- El Sahel es una de las regiones más
vulnerables del planeta al cambio climático y sus economías no están
preparadas para afrontar ese reto, advierte el asesor especial de
la ONU para esa zona, Ibrahim Thiaw, quien también alerta de que esta
degradación alimenta la migración y el terrorismo.
"En el Sahel lidiamos con economías que no son lo suficientemente
fuertes, no tienen resistencia al cambio climático. Es como un cuerpo
humano que ha perdido su inmunidad", explica Thiaw durante una reciente visita a Etiopía para reunirse con autoridades
de la Unión Africana (UA).
"El cambio climático es real, es algo que está
ocurriendo ahora, no es algo que vaya a ocurrir en el futuro. La gente
lo ve a diario y si se le quiere poner rostro humano es el de la
malnutrición, el hambre y el de la destrucción de las familias", subraya
el enviado especial mauritano.
"No hay reservas de
alimentos -apostilla- y cualquier año de sequía es un año de recesión.
Cuando no llueve, no hay ni agricultura ni comida".
Para el experto de la ONU, el cinturón del Sahel -la franja de
transición entre el sur del desierto del Sáhara y la sabana que va desde
Senegal a Etiopía- es "una de las regiones más vulnerables, si no la
más vulnerable del mundo", al cambio climático.
Sus
efectos nocivos se manifiestan en forma de sequías, inseguridad
alimentaria, muerte de ganado, incendios e inundaciones; y se añaden al
cóctel ya de por sí explosivo de problemas políticos, sociales y de
seguridad de la región.
Estos engloban la pobreza, el
desempleo, la falta de oportunidades para los jóvenes, la corrupción,
la migración masiva y el terrorismo.
Ese complicado
panorama -recuerda Thiaw- se da a pesar de ser una área "muy rica en
recursos naturales", pero la mayor parte de esa riqueza es explotada por
compañías extranjeras, sin redistribución de beneficios y oportunidades
para la población local.
"Las ganancias a corto
plazo podrían no ser beneficiosas a largo plazo. Es importante entender
que parte de la frustración generada por las desigualdades es, de hecho,
una de las circunstancias que los grupos terroristas usan para enrolar a
jóvenes", argumenta.
Respecto a la seguridad en la
zona, Thiaw valora los avances del G-5 Sahel, un grupo regional creado
por Mauritania, Malí, Níger, Burkina Faso y Chad en 2014 para coordinar
las estrategias tanto en materia de seguridad como de desarrollo.
El representante de Naciones Unidas admite que aún no se está ganando
la batalla a los grupos terroristas de la zona, pero pide paciencia dado
que la unificación de iniciativas es un proceso "extremadamente
complejo" y lleva pocos años en práctica.
"No estamos
lidiando con una guerra normal entre dos ejércitos. Son fuerzas
asimétricas y a los terroristas decididos no les cuesta mucho conducir
una moto y matar a gente. No es algo que puedas controlar con fuerzas
regulares militares", puntualiza.
Además, el asesor
reconoce que el G-5 no cuenta, de momento, con los recursos necesarios
para atajar esa amenaza, si bien la comunidad internacional intenta
apoyar sus esfuerzos.
En este sentido, el enviado
especial valora la aportación de Francia en la lucha contra el
terrorismo en el Sahel, con 4.500 militares desplegados en el marco de
la Operación Barkhane, a pesar de que la intervención del país europeo
ha espoleado discursos anticoloniales.
Thiaw subraya,
no obstante, que la seguridad no guarda solo relación con el terrorismo
sino también con temas como la tierra y los recursos; y está
entrelazada con el nivel de desarrollo, por lo que una mejora de las
condiciones debe abordarse conjuntamente.
Estos son
también factores detrás de la compleja situación migratoria que vive la
región y que afecta tanto a los países vecinos como a Europa.
"Tenemos que llegar a las raíces de las causas de la migración -razona-
y ver por qué la gente deja sus hogares. No creo que sea algo que la
mayoría haga por voluntad. La mayor parte de las veces es migración
forzada".
Por ello, insta a los gobiernos nacionales y a la comunidad internacional a crear oportunidades para los jóvenes en sus países.
"Si no empezamos a estabilizar la situación ahora, resultará mucho más complicado cuando crezca la población", advierte.
Y esa situación "será más difícil de contener -agrega- porque tendremos más gente joven frustrada".
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