Mario Draghi no se prodiga mucho en los últimos meses. El máximo
responsable del Banco Central Europeo (BCE) parece maniatado por las
circunstancias y mantiene su política monetaria expansiva.
Las últimas
especulaciones retrasan incluso para más allá del verano del año 2019,
el momento en el que se esperaba que empezarían a subir los tipos de
interés en la Eurozona, el cambio de rumbo en las tasas oficiales de la
zona euro, como viene haciendo la Reserva Federal de Estados Unidos
desde hace casi dos años.
Este mes de diciembre de 2018, el BCE ha
entrado en una nueva fase al dejar de adquirir activos en los mercados,
tras la masiva compra de activos iniciada en marzo del año 2015 y que ha
elevado la cifra de títulos en manos del BCE por encima de los 2,5
billones de euros.
No obstante, y a pesar de esta reducción de las compras de activos,
Europa tiene que mantener en pié los estímulos (tipos de interés a cero)
para que la economía siga creciendo mientras Estados Unidos sigue
reduciendo la medicación, lo que equivale a subir tipos de interés, lo
que está haciendo cada trimestre.
En medio de este encontronazo de
terapias, la economía de Estados Unidos crece por encima del 3,5% anual y
la europea lo hace un poco debajo del 2%. La aparición en escena de
Mario Draghi este jueves ha servido incluso para rebajar las previsiones
europeas ya que el máximo responsable del BCE ve señales de debilidad
en la zona, que llevarían a rebajar las previsiones de crecimiento del
PIB por tercera vez en los últimos meses, en este caso hasta el 1,9%,
una décima menos que en septiembre pasado.
Las explicaciones para la menor pulsación económica en la zona euro
son diversas, según ha enumerado el mismo Draghi, entre ellas la
querella proteccionista (ahora más suave que hace dos meses, según
matizaciones del propio banquero), la volatilidad de los mercados, las
tensiones geopolíticas y los riesgos en algunos países emergentes.
No podría faltar desde luego el crispado ambiente que preside las
relaciones euro-británicas a causa del Brexit y la permanente inquietud
que este hecho suscita en los medios empresariales.
Con este panorama
como telón de fondo, el cambio político que se está produciendo en estos
momentos en Alemania, con la retirada a medio plazo de Angela Merkel de
la escena política europea, añade más dificultades aún a la estabilidad
de la zona euro.
El liderazgo, aunque discutido, que caracteriza la
conducción de la economía estadounidense carece de similitudes en la
zona euro y quizás a medio plazo el ambiente político de la Eurozona
experimente un empeoramiento que no resultará favorecedor para la
trayectoria de la economía de la zona.
Con estas cautelas sobre la mesa, el manejo de la estrategia
monetaria del Banco Central Europeo no se ha simplificado sino que puede
haber amplificado las dificultades porque no aparece claro el momento
en el que el BCE pueda recuperar el control de la situación y entrar en
zona de normalidad.
Desde luego, la situación actual con tipos de
interés cero no se puede considerar de normalidad. Hay argumentos para
suponer que la política monetaria está asumiendo papeles que no le
corresponden en la conducción de la economía. El BCE ha asumido un papel
demasiado activo en el apoyo a las principales variables económicas,
cuando estas deberían moverse al compás de otros factores relacionados
con la economía real.
El tiempo del relevo para la estrategia monetaria
tan activa como el que estamos viviendo desde hace unos años debería
estar próximo.
(*) Periodista y economista español
No hay comentarios:
Publicar un comentario