La Justicia europea ha determinado que las bonificaciones fiscales
que se anotan las empresas españolas por algunas de sus inversiones en
exterior, en concreto en lo que atañe a la tenencia de participaciones
por encima del 5% del capital y con vocación de estabilidad.
La decisión
de los tribunales europeos pone de momento punto y aparte a un litigio
que viene de largo y que en algunos momentos se ha cuantificado en torno
a los 8.000 millones de euros como impacto potencial para las empresas
españolas que cuentan con este tipo de bonificaciones.
No parece que la decisión, que probablemente siga circulando por los
tribunales durante algún tiempo más porque es recurrible, vaya a tener
un impacto apreciable en las empresas españolas, más allá de algún caso
de escasa cuantía y poco representativo.
Es un hecho que la presencia de
empresas españolas en otros mercados internacionales se ha convertido
en uno de los motores del crecimiento de las multinacionales de nuestro
país, aunque las cifras que se manejan no parecen susceptibles de frenar
esta expansión exterior.
Los beneficios obtenidos por la mayor parte de
las empresas españolas en otras latitudes han sido la motivación
principal de estas inversiones, que en media anual superan los 35.000
millones de euros.
Es el atractivo propio de tales inversiones lo que ha generado el
interés expansionista de las grandes empresas españolas más que la
bonificación fiscal que los últimos Gobiernos españoles le han dedicado
a este tipo de operaciones. En todo caso, y aunque el balance global es
positivo, también se contabilizan algunos fracasos empresariales.
Otro de los problemas a los que se han enfrentado las empresas
españolas en sus aventuras exteriores, sobre todo en los mercados
latinoamericanos, ha sido el riesgo político o el de tipo de cambio.
Algunas economías, entre ellas de forma notoria Venezuela y en menor
medida Argentina, han afrontado -y todavía conservan, en el caso
venezolano- importantes crisis económicas, que se han traducido en
fuertes depreciaciones del valor de las inversiones e incluso la
prohibición de repatriación de los beneficios.
No todo ha sido un camino de rosas en las inversiones españolas en el
exterior, aunque por fortuna han sido más numerosos los éxitos que los
fracasos, entre otras cosas porque las empresas, en especial las de
tamaño grande y algunas de tipo medio, han realizado sus implantaciones
en el exterior bajo una estrategia de diversificación, multiplicando su
presencia en diversos países de áreas económicas muy diferentes.
La
presencia de empresas españolas en el exterior no solo se ha centrado en
Latinoamérica, zona de indudable atractivo para el sector empresarial
español, sino que ha ampliado el foco hacia otros mercados de zonas
económicas desarrolladas, lo que ha permitido reducir el nivel de
riesgo.
Esta diversificación es la que ha facilitado un balance global
altamente positivo para la mayor parte de las empresas españolas que se
han embarcado en aventuras internacionales. La existencia de
bonificaciones fiscales no ha sido en ningún caso una motivación
excluyente o única, ya que por lo general justifica su existencia en el
hecho de que suprime o compensa cargas fiscales duplicadas.
Es probable
que esta modalidad fiscal sea sometida a un análisis más profundo por
los tribunales y que el veredicto final esté aún por llegar.
(*) Periodista y economista español
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