viernes, 9 de marzo de 2018

Las medidas arancelarias de Trump perjudican más a EE.UU.

MADRID.- La nueva ley tri­bu­taria de los EEUU -la “Tax Cuts and Jobs Act- per­sige re­bajar im­puestos y crear em­pleo como ob­je­tivo so­cial pre­ci­sa­mente cuando el mer­cado la­boral muestra claros sín­tomas de sa­tu­ra­ción. El des­em­pleo cayó al 4,1% de la po­bla­ción ac­tiva mien­tras que el nú­mero de puestos de tra­bajos que quedan sin cu­brir se cifra en seis mi­llo­nes, lo que le hace co­mentar a la re­vista Fortune que “los EEUU no ne­ce­sitan más em­pleo; lo que ne­ce­sitan son más tra­ba­ja­do­res”. 

¿La expulsión de los dreamers, esos jóvenes hijos de inmigrantes, cuya permanencia en los EEUU es crecientemente incierta, así como el muro en la frontera de México responde acaso a una necesidad economía o son un estrambótico y caprichoso giño xenófobo?.
La Tax Cut implica una reducción impositiva y, en consecuencia, una lluvia de beneficios para las empresas. ¿Y del empleo? Por lo pronto Kimberly–Clark (20 mil millones de ventas y cerca de 60 mil empleados) acaba de anunciar una reducción de su plantilla del orden de 5.500 trabajadores.
Los beneficios conseguidos por la rebaja fiscal permitirán, como han anunciado sus directivos, recomprar acciones y engordar un fondo de reserva para pagar los despidos. Otras compañías de primera fila desde Coca-Cola a Microsoft se inscriben en la misma carrera.
Afortunadamente esas iniciativas insolidarias están más que contrarrestadas por la evolución de la economía. Crece la producción y el empleo. Si los despidos mensuales aumentan los nuevos empleos crecen todavía más deprisa. En el mes de enero con una cifra de despido del orden de los 2 millones el resultado neto al compararlo con las nuevas contrataciones ha resultado ser de 200 mil nuevos puestos de trabajo. Si la mano de obra escasea los salarios acabaran subiendo.
Otro capítulo: guerra comercial. “La más fácil de ganar” según afirma Trump. Su consejero Peter Navarro le habrá pasado unas estadísticas y unos gráficos que, sin duda, han agitado el nacionalismo del presidente. En efecto, en el periodo enero-noviembre 2017 las exportaciones de los EEUU al resto del mundo fueron de 1.414.492 millones de dólares mientras el valor de las importaciones fue de 2.159.694 millones.
En resumen, un déficit de 745 mil millones de dólares con un incremento interanual del 7,4% y una tasa de cobertura exportación/importación del 65,5%, inferior a la de 2016. Los protagonistas de ese desequilibrio comercial corresponden a tres grandes áreas geográficas: Norte América (Canadá, México), Europa y los Países de la Cuenca del Pacífico.

Déficit
El déficit con la Nafta representa el 26,1% del total, el europeo el 21,3% y el de los estados ribereños del Gran Océano el 36,7%. Dos actores distinguidos, China en primer lugar responsable del 21% del déficit comercial de los EEUU y la EU con el 18,3%.
En una guerra comercial, los EEUU parten de una posición ventajosa. Cerrar sus fronteras. Sus socios lo tienen más difícil: mantener abiertas esas fronteras. Una guerra comercial que inicialmente no incluiría al intercambio de servicios donde los EEUU tuvieron un superávit en el periodo enero-noviembre de 2017 de 227 mil millones de dólares. Los saldos positivos proceden de renglones tan importantes como el turismo, servicios a empresas, patentes y servicios financieros. Actividades todas ellas con un alto valor añadido y muy vinculadas a la seguridad jurídica tan apreciada en el mundo de los negocios.
En todo este enfrentamiento global el papel de España es relativamente modesto. Nuestras exportaciones a los EEUU, 0,7% de sus comprar totales, ocupan el puesto 23 en la lista de proveedores y el 24 en la lista de clientes. Los intercambios están muy equilibrados. Según las estadísticas americanas España tendría un ligero superávit comercial y de acuerdo a las estadísticas españolas un ligerísimo déficit.
Como curiosidad, en estos tiempos del Brexit, las exportaciones del Reino Unido a su aliado anglosajón representan el 2,2% de sus comprar totales al exterior mientras que las de Alemania ascienden al 5% y las de la UE excluido el Reino Unido se elevarían hasta el 16,1%.
Trump ha establecido un arancel del 25% para el acero al grito bélico de “If you don’t have steel you don’t have a country”. Un inquietante mensaje que recuerda a aquel otro lanzado por Stalin: “La construcción del comunismo pasa por el desarrollo de la industria siderúrgica”.

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