PEKÍN.-China tuvo en 2016 el
menor crecimiento de su PIB (+6,7%) en 26 años, pese a recurrir a viejas
recetas -gasto público, sector inmobiliario- para reactivar una
economía que también en 2017 seguirá en horas bajas.
El
desempeño del PIB de la segunda economía mundial es conforme a las
proyecciones medias de 23 expertos consultados y se ajusta a
lo esperado por el régimen, que apostaba por un crecimiento de entre el
6,5% y el 7%.
Tras haber crecido en torno al 10% en los
años 1990 y 2000, el aumento del Producto Interior Bruto (PIB) chino se
ha ido desacelerando paulatinamente y ya fue de solamente del 6,9% en
2015.
En
2016, tras un crecimiento del 6,7% en cada uno de los tres primeros
trimestres, China registró una pequeña aceleración en los tres últimos
meses del año (+6,8%).
Ello fue posible gracias a una
"inflación de créditos", según Louis Kuijs, del gabinete Oxford
Economics, quien destaca que la deuda china, pública y privada, superaba
el 260% del PIB a finales de 2016.
Este aumento de
créditos, favorecidos por tasas de interés bajas, ha alimentado un auge
repentino del sector inmobiliario y una fuerte subida de los precios de
la vivienda en las grandes ciudades.
Paralelamente,
para evitar un aterrizaje brutal de la economía, el Gobierno chino ha
aumentado el gasto público en infraestructura.
"Para
estabilizar el crecimiento, las autoridades necesitan financiar
estructuras gracias a una reactivación presupuestaria", comenta Yang
Zhao, analista de Nomura.
Así, las inversiones en capital
fijo, reflejo del gasto público en infraestructura, aumentaron un 8,1%
en 2016, impulsadas por los esfuerzos de reactivación del Gobierno.
Pero
ello no ha impedido que la producción industrial china creciera
solamente un 6% en 2016, un indicador que revela una reducción
persistente de la actividad manufacturera y la industria pesada, y muy
por debajo del 10% que se registró hace solamente dos años.
La
industria china está lastrada por un colosal exceso de capacidad de
producción, en los sectores de la siderurgia, el carbón o el cemento, y
está repleta de sociedades estatales totalmente endeudadas.
Sin
embargo, Ning Jizhe, portavoz de la Oficina Nacional de Estadísticas
(BNS) se congratuló de que la economía china -que representa un 30% del
crecimiento mundial- "gana en calidad y en eficacia".
El
Gobierno chino intenta estimular el consumo interno, las nuevas
tecnologías y los servicios, así como reestructurar las sociedades
estatales, todo ello en detrimento de las industrias tradicionales y de
las exportaciones, que cayeron un 7,7% el año pasado.
Pero, según la propia BNS, el reajuste económico es doloroso y la coyuntura que lo rodea, "complicada".
Las fugas de capitales se intensifican (730.000 millones de dólares en 2016, según el banco Standard Chartered, y, sobre todo, las viejas recetas económicas ya no funcionan.
Ante
el riesgo de que estalle la burbuja financiera, varias ciudades han
endurecido sus restricciones para la compra de apartamentos, lo que
generará "una ralentización de las inversiones en el sector", según
Louis Kuijs.
Y ante el aumento de créditos y el riesgo de
impagos, "las autoridades parecen insistir más en la reducción de
riesgos financieros que en mantener un crecimiento por encima del 6,5%",
añade.
Entretanto, el Gobierno debe mantener sus
inversiones en infraestructuras "para intentar compensar la
ralentización en el sector inmobiliario", advierte por su lado Yan Zhao.
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