SHANGHÁI.- El presunto jefe de un fraude
piramidal de unos 800 millones de dólares en China reconoció su crimen
en una "confesión" televisada, y vivía en un lujoso apartamento con
pavos reales y fuentes, según imágenes de televisión.
Xu Qin,
presentado como el "gerente" de una serie de firmas reunidas bajo el
paraguas de la sociedad Zhongjin Asset Management, con sede en Shanghai,
fue detenido la semana pasada en el aeropuerto de esta ciudad, desde
donde pretendía volar a Italia.
Además de Xu, 34 responsables y
empleados fueron inculpados la semana pasada al hilo de este fraude
financiero, indicó el fin de semana la televisión estatal Dragon TV, de
Shanghai.
Zhongjin y las empresas asociadas captaron "ilegalmente"
cerca de 40.000 millones de yuanes de unos 25.000 inversores, y
actualmente deben unos 5.200 millones de yuanes (800 millones de
dólares) a más de la mitad de ellos, explicó el canal televisivo.
"Era el modelo perfecto de un fraude piramidal de tipo Ponzi", dijo Xu Qin en su "confesión" televisada difundida el domingo.
La
firma "pagaba los intereses de los primeros inversores con el dinero de
los que llegaban luego", explicó el hombre, de 35 años.
Una parte
de los fondos captados fue desviada en beneficio propio. Unos 500
millones de yuanes fueron invertidos en lujosas propiedades
inmobiliarias y automóviles, indicó Dragon TV.
Xu y su esposa
alquilaban en Shanghai un apartamento de 1.200 m2, en el que instalaron
fuentes en el salón y donde criaban pavos reales, indicaba este lunes el
diario oficial Jiefang Ribao.
Las estafas de este tipo no son tan
excepcionales en China, y suelen causar numerosas víctimas entre los
ahorristas que buscan rendimientos superiores a los ofrecidos por los
bancos.
En febrero, las autoridades chinas detuvieron a 21
directivos de una empresa acusada de haber estafado a unas 900.000
personas, haciéndoles perder un total de más de 50.000 millones de
yuanes (unos 7.600 millones de dólares), uno de los mayores fraudes
jamás descubiertos en el país.
La "confesión televisada" de Xu
forman parte de una práctica bien rodada en China, donde la televisión
suele difundir "confesiones" de sospechosos antes de su proceso, una
práctica enérgicamente denunciada por los defensores de los derechos
humanos.
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