BRUSELAS.- Bruselas alerta de las consecuencias de un corte en el suministro de gas
por parte de Rusia a Ucrania, tal como amenaza Gazprom a partir del 3
de junio. El resto de países europeos podrían esquivar este problema,
pero las facturas resultarían más altas si la alternativa es el gas
licuado. Sobre todo en Alemania e Italia.
Así lo revela un amplio
estudio de la Comisión Europea, el mismo día en que los jefes de Estado y
de Gobierno prefirieron eludir el espinoso tema de las sanciones a
Moscú.
“Nosotros le damos la bienvenida a cualquier inversor de dentro o fuera
de la Unión Europea que invierta en infraestructuras para asegurar la
seguridad energética de sus ciudadanos”, manifestó el comisario de
Energía, Günther Oettinger, al presentar el estudio. “Pero en la Unión
Europea hay que respetar nuestro mercado único y las leyes de la
competencia en su integralidad”.
Una de las alternativas que propone la misma Rusia para que el gas con
destino a la Unión Europea no tenga que transitar necesariamente por
Ucrania es construir un nuevo gaseoducto al sur, el South Stream, que se
complementaría con el actual Nord Stream que va directamente a
Alemania. Pero este proyecto está bloqueado.
Recientemente, la empresa francesa Total firmó un acuerdo con Lukoil
para explotar gas de esquisto en Rusia al tiempo que la británica BP
hacía lo propio con Rosneft para petróleo de esquisto.
Ocurría la semana
pasada en un foro en San Petersburgo con la presencia del presidente,
Vladímir Putin.
Este es un signo de los difíciles equilibrios entre ambas partes cuando
se trata de hablar de represalias por el conflicto bélico en la región.
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