NUEVA YORK.- Hace hoy 50 años, el presidente Lyndon Johnson declaró ante el Congreso "una guerra incondicional contra la pobreza en EEUU".
Su arsenal incluyó los programas de salud públicos Medicaid y Medicare,
los cupones de alimentos, más gastos en educación y recortes de
impuestos para ayudar a crear empleos.
En 1964, 1 de cada 5 estadounidenses era pobre. Hoy, un 16% sigue siéndolo, según un informe del Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca. Las cifras plantean una inevitable pregunta: ¿ha fracasado la guerra contra la pobreza? En 2012, había 49,7 millones de americanos por debajo de la línea de la pobreza, incluyendo a 13,4 millones de niños, según las cifras de la Casa Blanca.
Existen
muchas discrepancias sobre cómo se calcula quién es pobre en EE.UU. El
índice que utiliza el informe de la Casa Blanca es el que usa la oficina
del Censo, que tiene en cuenta, además de los ingresos por renta, si
las familias obtienen ayuda de algunos de los programas del gobierno. De
esta forma, el umbral de pobreza para una familia compuesta por dos adultos y dos niños fue de 23.283 dólares (unos 17.100 euros) en 2012.
Otro estudio de la Universidad de Michigan señala
que uno de cada 10 niños afroamericanos y 3 de cada 10 latinos son
pobres. 1,7 millones de hogares en EEUU viven en pobreza extrema según
la definición del Banco Mundial (menos de 2 dólares de dinero en
efectivo por persona al día). "Nuestro trabajo está lejos de terminar",
ha dicho el presidente Barack Obama en un comunicado. "En la nación más
rica de la tierra, demasiados niños todavía nacen en la pobreza,
demasiados pocos tienen posibilidades de escapar de ella".
Cincuenta
años después del discurso de Johnson, el debate sobre el papel que debe
cumplir el gobierno para fomentar las oportunidades económicas está más
vivo que nunca. Los programas como los seguros de desempleo y los cupones de alimentos mantienen a millones de familias a flote.
Los republicanos están intentando recortar ambos programas en una
muestra del intenso desacuerdo de los dos partidos sobre la mejor
solución.
Demócratas y Republicanos coinciden en que la mejor
ayuda para los más pobres sería una recuperación económica más fuerte
que bajara el nivel de desempleo más allá del 7% actual. La tasa de pobreza para trabajadores a tiempo completo es del 3%;
para los que no trabajan es del 33%. Sin embargo, no hay acuerdo en
cómo conseguir que la economía se recupere y cómo ayudar a los
necesitados mientras eso ocurre.
Obama ha dicho que la desigualdad
"es el desafío que define nuestro tiempo". Para afrontarlo, quiere
expander el programa de salud para los pobres, Medicaid, y conseguir un
aumento del salario mínimo y de los fondos para las escuelas infantiles.
"Si no hubiéramos declarado la guerra incondicional a la pobreza en
EEUU, millones más de estadounidenses estarían viviendo en la pobreza
hoy", ha escrito Obama. "Eso significa que tenemos que redoblar
nuestros esfuerzos para asegurarnos de que nuestra economía funciona
para todos los estadounidenses que trabajan".
Para el presidente,
eso supone "ayudar a nuestras empresas a crear nuevos trabajos con
salarios más fuertes y beneficios, expandir el acceso a la educación y
la sanidad, reconstruir las comunidades que están al margen de la
esperanza y construir nuevas laderas de oportunidad para que nuestra
gente escale". Los Republicanos argumentan que la debilidad de la
economía y el sufrimiento de las familias son la prueba de que las iniciativas demócratas han fracasado.
Los
conservadores, como el Congresista Paul Ryan, miran a las estadísticas
de pobreza con más escepticismo. Consideran que el gobierno malgasta
dinero en la red de protección social y necesita destinarlo a la
economía y oportunidades de empleo.
Varias iniciativas en el Congreso ilustran la batalla entre los dos partidos.
El Senado debate prorrogar los subsidios para desempleados de larga
duración. Los pagos del seguro expiraron al final del año pasado porque
los republicanos se negaron a renovarlos, con el argumento de que el
programa tenía naturaleza temporal y su extensión disuade a quienes
están en paro de buscar activamente un nuevo puesto laboral. Además,
existe la propuesta de aumentar el salario mínimo a 10,10 dólares la
hora, desde los 7,25 actuales. Según un estudio de la Universidad de
Massachusetts, eso permitiría reducir el índice de pobreza en 1,7 puntos
porcentuales o lo que es lo mismo, sacar a 5 millones de personas de la
pobreza.
Tanto Ryan como Marco Rubio presentarán sus propuestas
para reducir la pobreza esta semana. "El presidente ha definido la
pobreza y la desigualdad de ingresos como el hecho que define nuestro
tiempo y su solución es aumentar los impuestos a los americanos más
ricos y aumentar el salario mínimo a los 10,10 dólares la hora", dijo
Rubio. "Eso no es una solución, 10,10 dólares no es el sueño americano.
Yo quiero que ganen 50 dólares". Entre las ideas republicanas está fijar requisitos de empleo para conseguir ayudas,
mejorar la formación y educación y reducir impuestos a los más
necesitados. Los demócratas argumentan que las ideas republicanas
recortarán la red de seguridad con el pretexto de reformarla y que la
economía necesita más apoyo para salir de la recesión.
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