WASHINGTON.- A una semana de que
venza el plazo para que EEUU caiga en el denominado "abismo fiscal", los
demócratas en el Senado y la Casa Blanca trabajan en una nueva
propuesta para que las negociaciones con los republicanos se retomen de
inmediato tras el parón navideño.
El Congreso y el presidente, Barack Obama, se fueron de vacaciones el
pasado viernes, pero con planes de regresar a Washington esta semana
para intentar cerrar en los últimos días del año un pacto que evite la
combinación de recortes del gasto y aumentos de impuestos conocida como
"abismo fiscal" y que entraría en vigor en enero.
Asesores de la Casa Blanca y legisladores demócratas están trabajando
en una nueva propuesta para presentarla en el Senado, que tiene
programada una sesión para el jueves, según informa la cadena CNN.
Se trata de presentar un plan que pueda ser aprobado con facilidad en
el Senado con el apoyo de los republicanos para presionar a
continuación a la Cámara de Representantes, controlada por los
conservadores, a sumarse también a él.
Durante estos cuatro días de vacaciones navideñas no ha habido conversaciones entre los negociadores demócratas y republicanos.
"Gobernar es una responsabilidad compartida de ambos partidos, eso
significa que cada parte tiene que ceder algo y que no se puede
conseguir el 100 % de lo que uno quiere", dijo Obama el viernes antes de
partir con su familia de vacaciones a Hawai.
Así, el presidente parece estar dispuesto a hacer alguna última
concesión en aras de lograr un acuerdo contra el "abismo fiscal".
Obama ya ha hecho importantes concesiones, como él mismo recordó la
semana pasada, al subir de 250.000 a 400.000 dólares anuales el umbral
de los hogares que, a su juicio, deben pagar más impuestos para que
aumenten los ingresos del Estado.
Mientras, el llamado "plan B" presentado por el presidente de la
Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, fracasó
estrepitosamente al no conseguir apoyos suficientes dentro de su propio
partido.
El "plan B" de Boehner contemplaba la subida de impuestos para
aquellos hogares con ingresos anuales de más de un millón de dólares y
se topó con el rechazo enérgico de congresistas, en su mayoría del
movimiento derechista Tea Party, que se oponen radicalmente al aumento
de cargas fiscales a los ciudadanos.
Si no es posible cerrar un acuerdo global antes del 31 de diciembre,
la Casa Blanca está dispuesta a aceptar, al menos, un consenso que
garantice que los impuestos no subirán para los hogares con ingresos
inferiores a los 400.000 dólares anuales.
Eso implicaría postergar la negociación sobre los recortes de gasto y
la subida de impuestos a los ciudadanos más ricos, y prolongar una
incertidumbre que está impactando negativamente en los mercados.
Las ofertas que han hecho hasta ahora Obama y Boehner parecen
coincidir en un ahorro de en torno a los 2 billones de dólares en la
próxima década.
Los republicanos quieren que sea mitad en ingresos y mitad en gastos,
mientras que Obama opta por que el porcentaje de ingresos sea mayor que
el de los recortes: en torno a 1,4 billones de ingresos y 750.000
millones en gastos.
De no llegarse a un acuerdo antes de fin de año, los impuestos
aumentarán para todos los estadounidenses y se calcula que las familias
de clase media afrontarían un incremento promedio de unos 2.200 dólares
anuales.
Esas subidas de impuestos se producirían como consecuencia del
vencimiento de exenciones aprobadas durante la presidencia de George W.
Bush.
Por su parte, los recortes automáticos del gasto público fueron
acordados por el Congreso en el verano de 2011 como mecanismo de presión
para forzar un acuerdo bipartidista, que nunca llegó, sobre la
reducción del déficit presupuestario y la deuda.
Los analistas alertan de que este abrupto ajuste fiscal podría
devolver a Estados Unidos a la recesión en el momento más inoportuno,
cuando su economía todavía se está recuperando con lentitud de la grave
crisis de 2008.
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