sábado, 21 de julio de 2012

Rajoy a su gabinete: «No habrá rescate»

MADRID.- En el Palacio de La Moncloa descartan categóricamente la opción de un rescate de España. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, es el primer convencido de que España no será intervenida, y él es quien más tranquiliza a su Gabinete, según ha contrastado 'La Razón" en Moncloa y en distintos ministerios. 

En estas últimas semanas entre los ministros se nota cada vez más desasosiego e impotencia ante la evolución de los acontecimientos. También se percibe una actitud más crítica hacia Alemania y hacia su canciller, Angela Merkel. En público siguen guardando las formas que exigen la corrección diplomática, pero fuera de micrófono se palpa ese descontento, y hasta decepción hacia la actitud de Berlín. El sentir lo resume esta afirmación de una de las voces más autorizadas del equipo económico: «Hemos cumplido y siguen apretando».
Rajoy está volcado en el problema de la deuda soberana, que «es lo que más le ocupa y lo que más le preocupa». Y según fuentes de su entorno está encima de las decisiones internas y también de las gestiones externas que se continúan realizando, con Bruselas y Berlín, especialmente, pero también con otros socios de la zona euro.
 El Gobierno se sostiene en cuatro pilares: Rajoy, y la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, y en otro nivel los ministros del área económica, Luis de Guindos y Cristóbal Montoro. La situación crítica ha hecho que todo lo demás tenga una importancia bastante anecdótica. Hasta ahora la idea del rescate total, como hipótesis a valorar, no ha estado presente nunca ni en los análisis ni en las conversaciones de este «núcleo duro» del Ejecutivo. Y no porque no consideren que la situación es extremadamente preocupante después de haber aplicado el mayor recorte de gasto público de la democracia; haber firmado el memorándum del rescate financiero y haber agotado ya el margen de negociación con las comunidades autónomas. 
Rajoy cree que España tiene muy poca capacidad de maniobra ante la «troika», pero también piensa que nadie en Europa tiene dinero para afrontar ese rescate total de España del que cada vez más se habla. Por tanto, el presidente sigue confiando en que al final, a la fuerza, Berlín y la UE tendrán que ofrecer una salida y el Banco Central Europeo (BCE) intervenir, por ejemplo con la compra de bonos en el mercado secundario, como ya hizo el pasado verano ante una situación también extrema.
Esa intervención, en cualquier caso, no supondría la salvación, sino más tiempo para «sacar un poco la cabeza del hoyo». En el Ejecutivo preocupa mucho más que el rescate, que ven imposible, la sensación de que realmente «nadie nos pueda salvar». Es decir, que una vez que hemos naufragado, vivamos a la deriva, con el riesgo de «argentinización» que de esto se deriva.
El problema no sería, por tanto, el rescate, sino que España no sea capaz de cumplir con sus compromisos, o pierda la batalla en Europa, y se salga definitivamente de los países «top» de la UE para sumergirse en una especie de «segundo mundo» en la eurozona. Si no ven posible el rescate, tampoco creen que vaya a terminarse el proyecto del euro, pero sí dan por ya materializada una Europa a dos velocidades en la que se ahondan las diferencias entre los que «mandan y los que tienen que obedecer».
Dentro de las extremas dificultades actuales el colchón del Tesoro español sigue estando mullido debido a que más del 65 por ciento de las emisiones se hicieron en los primeros meses del año. Para octubre, el siguiente mes marcado en rojo, habrá que afrontar otra importante colocación, pero para entonces debe haber llegado una solución al problema de financiación. Si no es el rescate, como rechaza el Ejecutivo, entonces una nueva ayuda de Bruselas a cambio de que España dé otra vuelta de tuerca a sus reformas en el Plan Presupuestario bianual que la Comisión Europea nos ha exigido.  
El Tesoro ha salvado los altos rendimientos en las emisiones de los últimos meses, pero los títulos a corto plazo han acabado siendo también fuertemente atacados, lo que confirma que el problema de financiación es realmente serio. Los inversores entienden que en España hay cada vez más riesgo de impago y en un escenario de fuertes tensiones, la seguridad es un valor más buscado. Rajoy es consciente de que la situación es «endiabladamente difícil y preocupante» y que exigirá adoptar nuevas impopulares medidas en los próximos meses. Pero no teme a los «hombres de negro».

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