En el informe 'Repensando la política ecónomica', escrito junto a los economistas del FMI Giovanni Dell'Ariccia and Paolo Mauro, Blanchard recalca que la crisis ha demostrado que los "grandes 'shocks' pueden ocurrir y ocurren" y apunta que la actual recesión económica ha revelado errores en la política macroeconómica y obliga a pensar en nuevas estructuras para el futuro.
En este sentido, subraya que esta vez la crisis tuvo su origen en el sector financiero, "pero podría venir en un futuro de cualquier otra parte, como de los efectos de una pandemia en el turismo y el comercio o los efectos de un gran ataque terrorista en un gran centro económico".
"¿Deberían por tanto los políticos apuntar hacia una mayor tasa de inflación en tiempos normales para incrementar la capacidad de la política monetaria para hacer frente a estos 'shocks'? Para ser concretos, ¿son los costes netos de la inflación mucho más altos en el 4% que el 2%, la tasa actual? ¿Es más difícil anclar las expectativas en el 4% que en el 2%?", se pregunta.
El informe recoge que ha habido un consenso en que la inflación no sólo debe ser estable, sino también baja. De hecho, muchos bancos centrales escogieron un objetivo de alrededor del 2%. Según el informe, el peligro de una baja inflación se pensó que sería pequeño y parecía, que "en un mundo de pequeños 'shocks', un inflación del 2% era un colchón suficiente".
Sin embargo, destaca que cuando la crisis empezó formalmente en 2008 y la demanda agregada se colapsó, muchos de los bancos centrales rápidamente redujeron su política de tipos a cerca de cero, y apunta que, "de haber podido, hubieran reducido la tasa aún más". Una de las consecuencias principales de esta situación, según el informe, fue la necesidad de una "mayor dependencia de la política fiscal y de un mayor déficit".
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