domingo, 7 de junio de 2009

La economía, gran prueba electoral de Ahmadineyad en Irán

TEHERÁN.- La crisis de Occidente contuvo el repentino aumento del petróleo el año pasado, pero el incremento de los precios de artículos de consumo y la falta de empleo son todavía las quejas más fuertes en Teherán, cuando la república islámica se acerca a unas elecciones presidenciales en las que Ahmadineyad afronta el desafío de los reformistas.

Las gentes concuerdan en que la economía es el punto más débil de Ahmadineyad de cara a los comicios del 12 de junio.

Pero si para algunos en la capital las cuestiones básicas funcionan en contra del presidente, puede que Ahmadineyad sea más fuerte electoralmente en el sector rural. Los pobres del campo que le apoyaron en los últimos comicios se han beneficiado con su generosidad y gustan de su imagen a pie de calle.

Cuando las arcas del Estado se hincharon por los petrodólares, el Gobierno de Ahmadineyad se zambulló en una serie de gastos tras su sorprendente victoria en las urnas en 2005, con frecuentes viajes a las provincias para prodigar créditos y dinero a los más necesitados.

Durante una típica visita a la provincia de Qazvin en mayo, su Gobierno anunció 160 iniciativas de desarrollo local, desde carreteras y suministro de agua a instalaciones deportivas.

Sus rivales le acusan de economía de "caridad" y de tratar de atraer votantes con dádivas, como la publicitada distribución del "excedente de producción" de patatas en diferentes lugares a comienzos de este año.

El ex primer ministro Mirhossein Musavi, visto como el principal rival moderado de Ahmadineyad, dice que esto ofende la dignidad de las personas sin atender las causas fundamentales de la pobreza.

Entre los votantes de la capital, donde vive más del 15 por ciento de los más de 70 millones de habitantes de este país en rápido proceso de urbanización, las frustraciones económicas tienden a ensombrecer la disputa nuclear que Irán mantiene con Occidente, aunque los rivales del presidente dicen que su rebeldía perjudica a la economía porque les aísla.

Puede que la inflación haya bajado del máximo del 30 por ciento del año pasado, alcanzando un 18 por ciento anual en marzo, pero muchos iraníes dicen que todavía no pueden costearse alimentos y otros productos básicos.

A pesar de la marcada recuperación de este año, el crudo sigue por debajo de los 75 dólares el barril, nivel al que Irán mostraría déficits de cuenta corriente, según dijo el Fondo Monetario Internacional el año pasado.

Ahmadineyad, quien prometió durante la campaña de 2005 compartir más equitativamente las riquezas petroleras de Irán, responsabiliza a la inflación de dos dígitos por los precios internacionales de alimentos y energía que llegaron a un máximo el año pasado y ha reemplazado al director del banco central, quien trató de refrenar la política monetaria.

Sostiene que la economía petróleo-dependiente todavía está arrojando un crecimiento anual del cinco al seis por ciento y le está yendo mucho mejor que a sus enemigos occidentales.

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