sábado, 4 de octubre de 2008

Unos malos presupuestos / Lorenzo Bernaldo de Quirós

Los Presupuestos Generales del Estado para 2009 son la mejor expresión de la ausencia de política económica y de la incapacidad o de la renuncia del Gobierno a diseñar una estrategia para afrontar la crisis. Todo el edificio presupuestario se sostiene en un cuadro de previsiones macroeconómicas irreal.

Su traducción práctica será un aumento del déficit público superior al establecido por el gabinete. Este se acercará el año próximo al límite establecido en el Tratado de Maastricht, el 3 por 100 del PIB, lo que intensificará las fuerzas recesivas en curso porque su financiación restringirá todavía más los recursos disponibles para el sector privado en un contexto de persistencia/agudización de la contracción del crédito.

En un año, el ejecutivo socialista se ha merendado el 1,3 por 100 de superávit fiscal para nada porque esa voluminosa inyección de liquidez no ha tenido efecto positivo alguno sobre la economía.

Las previsiones de crecimiento para 2008 y 2009 son un ejercicio de ciencia-ficción. Así, el Consenso de los analistas configurado por Funcas anticipa un incremento del PIB del 1,4 por 100 para este ejercicio y del 0,3 por 100 para el próximo, lejos del 1,6 por 100 y del 1 por 100 augurados por el gobierno para ambos ejercicios.

Las cosas se pondrán peor si, como es muy posible, la economía española registra una tasa de crecimiento negativa en el próximo año.

En este contexto, el gasto público crecerá de manera inexorable por encima del PIB porque éste lo hará por debajo de la previsión gubernamental y porque el desplome de la actividad presionará al alza sobre los desembolsos del Estado por el simple juego de los estabilizadores automáticos; de manual.

Por otra parte, la proyección de ingresos están inflados. ¿Cómo pueden aumentar los procedentes del IRPF un 6,7 por 100 con el aumento de la tasa de paro incorporada al cuadro macro? Con su renuncia a aplicar políticas de oferta y con su keynesianismo inercial en el ámbito presupuestario, el gobierno nos arroja a las turbulentas aguas de la crisis atados de pies y de manos. ¡Qué Dios reparta suerte!

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