jueves, 8 de mayo de 2008

Otra vez el dinero del Fondo de Reserva / Primo González

Con la cantidad de necesidades que están surgiendo por doquier, necesidades financieras se entiende, no es casualidad que a mucha gente se le hayan empezado a ocurrir ideas para utilizar el Fondo de Reserva de las Pensiones. Es una caja muy golosa, nada menos que 51.000 millones de euros, unos 9 meses de nómina de las pensiones del sistema contributivo de la Seguridad Social, la que se acumula en el Fondo.

Naturalmente necesidades para echar mano de este dinero hay tantas como expertos lanzados a opinar sobre qué utilidad darle a este formidable stock de capital. Pero las autoridades se han encargado pronto de aclarar que la única finalidad del dinero del Fondo es asegura a largo plazo la percepción de las pensiones públicas por parte de los cotizantes del sistema y nada más. Es decir, nada de aventuras y sobre todo seguridad en la administración de este patrimonio. Los problemas que surjan en la vida económica y empresarial que se arreglen por otros medios.

El debate sobre qué hacer con tanto dinero junto, cuando la economía se tambalea, cuando las entidades financieras cortan el grifo del crédito o al menos lo restringen severamente porque no tienen liquidez, cuando las emisiones de capital en los mercados internacionales se presentan bastante dificultosas y cuando la rentabilidad del Fondo actual es más bien modesta (en torno al 4% anual de promedio en sus ocho años de vida), es un sugerente tema para fabricar ideas y propuestas alternativas.

El debate ya se había iniciado hace un año, cuando la crisis económica (o la desaceleración, como la llaman algunos) asomada por las esquinas. Se dijo entonces que, con una Bolsa tan alcista, era una lástima que el Fondo de Reserva de las Pensiones no rentara algo más aprovechando el buen momento bursátil y que era una pena que los gestores del Fondo no aprovecharan la oportunidad para poner algo de dinero en el mercado de acciones.

Aunque parezca difícil de entender, ha sido el PP y en todo caso los sindicatos, quienes han puesto la proa a la sugerencia del Gobierno de colocar en Bolsa un 10% de los recursos del Fondo, que entre tanto logra sus rentabilidades invirtiendo en Deuda Pública de varios países europeos, España sobre todo.

Por este motivo, el rendimiento de este patrimonio ahorrado, que en principio debe seguir creciendo al ritmo del superávit de las cuentas de la Seguridad Social que reflejan el equilibrio entre cotizaciones y prestaciones, está en cotas bastante modestas. Ha primado siempre el criterio básico de la seguridad más que el de la rentabilidad, huyendo de todo riesgo. Conviene recordar que si hace un año se le hubiera hecho caso a quienes pedían invertir el 10% del Fondo en Bolsa quizás a estas alturas algunos estarían lamentándolo o esgrimiendo pruebas de lo acertado de su rechazo.

Nada hay, sin embargo, escrito sobre este asunto en el resto del mundo en donde hay instituciones de tipo similar. Da la casualidad de que en los últimos meses, en los países emergentes (algunos de los cuales han acumulado ingentes cantidades de dinero al calor de la bonanza en los precios de las materias primas, sobre todo energéticas), han surgido importantes fondos denominados “soberanos” que han mostrado últimamente una intensa actividad tomando posiciones de inversión en los mercados (por ejemplo, suscribiendo casi en solitario algunas ampliaciones de capital de los bancos en crisis).

Si los fondos soberanos extranjeros, muchos de ellos con base en países árabes, están poniendo su grano de arena y aprovechando la oportunidad de tomar posiciones en los mayores bancos del mundo, ¿por qué un fondo de perfil más o menos similar no puede hacer lo mismo, por ejemplo, en España, suscribiendo emisiones de entidades financieras solventes como son las españolas?

La idea ha empezado a circular y posiblemente no llegue a buen puerto. Pero el problema de raíz sigue siendo el mismo: la rentabilidad actual y reciente (últimos ocho años) del Fondo parece manifiestamente mejorable. Mientras esa insatisfacción no se resuelva, los espontáneos con ideas supuestamente mejores para dotar de mayor utilidad a las inversiones del Fondo van a proliferar.

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