martes, 18 de marzo de 2008

La peor crisis financiera en 60 años

MADRID.-La crisis crediticia golpea con fuerza. Y los que pensaban que lo peor estaba por llegar, se frotan las manos. El Apocalipsis financiero está aquí. Blackstone decepciona en resultados al caer su beneficio del cuarto trimestre un 89% y situarse más de un 50% por debajo de lo esperado por los analistas: ingresa menos y provisiona su participación en Financial Guaranty Insurance, un monoline.

Freddy Mac y Fannie Mae se desploman tras un informe de Credit Suisse que advierte de la necesidad de ajustar sus carteras al valor real de mercado. Tendrá impacto sobre su solvencia. Por su parte, Countrywide sigue el mismo camino, caídas superiores al 10%, al ser objeto de investigación por el FBI por manipulación en valores, según cuenta Cotizalia.com.

Los bancos aumentan las garantías exigidas a los hedge funds… hasta sobre sus posiciones en bonos soberanos, que pasan del 0,25% al 3%. A menos riesgo, más apalancamiento para obtener rentabilidad adicional, más impacto. Sigue lo que los anglosajones han bautizado como margin spiral: ventas forzadas, caídas en el precio de los activos, solicitud de reposición de garantías, nuevas ventas forzadas.

Carlyle, zapatero a tus zapatos, en el ojo del huracán por las ejecuciones que está sufriendo parte de su cartera de activos titulizados, que estaba endeudada al 3.150%. Hedge Funds. Morgan Stanley baja el crecimiento estimado para los beneficios en 2008 del sector financiero norteamericano a +3%, situándose en la parte baja de la horquilla de los analistas, que esperan 182.000 millones de resultado agregado frente a los 135.000 del propio Morgan. Sector financiero tocado. Rumores de iliquidez en Bear Stearns que hacen saltar las alarmas y provocan que se disparen los diferenciales de la deuda bancaria. Sector hundido.

Pongan a todo esto cuarto y mitad de petróleo por las nubes, ayudado por un Goldman Sachs que el viernes se despachó con un escenario factible de 200 dólares si se produjera cualquier desequilibrio por el lado de la oferta, y medio kilo de recesión americana en forma de datos de empleo del viernes, y tienen el picante que faltaba para aderezar lo que ya algunos han bautizado como la tormenta perfecta. Esto un día después de que la Reserva Federal haya convertido las TAF o Term Auction Facilities en permanentes, incrementando su importe quincenal de 30.000 a 50.000 millones de dólares, a la vez que concede a los primary dealers una línea adicional de financiación de 100.000 millones más.

No iba desencaminado el editorial del WSJ de anteayer cuando señalaba que “todo el mundo pone su esperanza en la FED y su capacidad de abaratar el precio del dinero (la curva descuenta 75 puntos de bajada adicionales en la siguiente reunión) pero no deja de ser una apuesta peligrosa: se debilita el dólar y se aprecian las materias primas a causa de ello. Y el último afectado será el consumidor que es, en definitiva, el que tiene que sacar la economía adelante”. Vuelta pues al inicio de este párrafo.

Es difícil saber qué puede hacer que se resuelva la situación actual en la que conceptos como solvencia, confianza y liquidez, que son tres de los pilares de los mercados financieros, están en entredicho. ¿Estamos ante la peor crisis financiera en 60 años como preconizara George Soros en Financial Times con los mínimos del mercado de enero? Sin duda, sí. Por su amplitud y diversidad de afectados, entidades y activos.

La causa, a juicio del financiero de origen húngaro, se encuentra en el lo que él bautiza como el fundamentalismo del mercado: el mercado como poder supremo que hay que preservar, dejándolo innovar libremente (ausencia de regulación), descansando en la capacidad de análisis de los bancos y agencias de rating (arte y parte interesada, déficit de supervisión) e impidiendo su colapso (exceso de protección). El efecto cascada, consecuencia de ese exceso de confianza en la autorregulación del mercado, es lo que estamos viviendo en nuestros días.

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