MADRID.- El sector inmobiliario se despide de los crecimientos de vértigo con una caída de las ventas de pisos del 40% en 2007. Los particulares esperan rebajas en los precios. Se acabó el boom. El sector inmobiliario se ha despedido de los crecimientos vertiginosos de los últimos años. Hasta septiembre, los beneficios de las compañías cotizadas en Bolsa descendieron un 10% si se descuenta Colonial, como consecuencia de la caída de las ventas de viviendas y del coste de las fusiones.
La Bolsa fue la primera en anticipar el cambio de signo tras la debacle de Astroc. Desde la crisis de la inmobiliaria valenciana, ocurrida el pasado mes de abril, las compañías del sector han perdido más de 14.000 millones en el parqué, y las previsiones para lo que resta del año y 2008 no son optimistas.
El brusco descenso de las ventas de pisos y la falta de liquidez crediticia han sembrado la desconfianza. Los potenciales compradores se repliegan en la creencia de que los precios bajarán.
Los 282.000 millones de deuda de las inmobiliarias con los bancos han llevado al cierre del grifo de la financiación. Las promotoras han paralizado el desarrollo de proyectos hasta que no se desprendan de un stock cuantificado entre 350.000 y 500.000 unidades.
Ahora, todos los esfuerzos se centran en gestionar la deuda, renegociar créditos y desprenderse de activos para saldarla, fundamentalmente suelo, que ha recortado su precio.
Los analistas advierten que si 2007 es un año malo, peor será el próximo, cuando la crisis arrastre las cuentas de resultados de las inmobiliarias y los precios de las viviendas cedan. Mientras, los carteles de "se vende" se extienden por toda la geografía española.- (PRISA)
La Bolsa fue la primera en anticipar el cambio de signo tras la debacle de Astroc. Desde la crisis de la inmobiliaria valenciana, ocurrida el pasado mes de abril, las compañías del sector han perdido más de 14.000 millones en el parqué, y las previsiones para lo que resta del año y 2008 no son optimistas.
El brusco descenso de las ventas de pisos y la falta de liquidez crediticia han sembrado la desconfianza. Los potenciales compradores se repliegan en la creencia de que los precios bajarán.
Los 282.000 millones de deuda de las inmobiliarias con los bancos han llevado al cierre del grifo de la financiación. Las promotoras han paralizado el desarrollo de proyectos hasta que no se desprendan de un stock cuantificado entre 350.000 y 500.000 unidades.
Ahora, todos los esfuerzos se centran en gestionar la deuda, renegociar créditos y desprenderse de activos para saldarla, fundamentalmente suelo, que ha recortado su precio.
Los analistas advierten que si 2007 es un año malo, peor será el próximo, cuando la crisis arrastre las cuentas de resultados de las inmobiliarias y los precios de las viviendas cedan. Mientras, los carteles de "se vende" se extienden por toda la geografía española.- (PRISA)
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