HONG-KONG.- El militante
prodemocracia Joshua Wong, símbolo de la "Revolución de los Paraguas",
anunció el lunes, tras salir de la cárcel, que iba a sumarse a la
movilización en Hong Kong para mantener la presión contra el ejecutivo,
mientras Pekín reiteró su apoyo "firme" al gobierno local.
Cerca
de dos millones de manifestantes vestidos de negro salieron a la calle
el domingo, según los organizadores, para pedir la dimisión de la jefe
del ejecutivo, Carrie Lam, y la retirada de su proyecto de ley,
actualmente suspendido, autorizando las extradiciones a la China
continental.
Cientos de personas bloqueaban el lunes por la noche una
calle cerca de las oficinas de Lam para exigir un diálogo con las
autoridades y la marcha atrás de las acusaciones de revuelta -pasible de
duras penas de prisión- contra manifestantes que enfrentaron a las
fuerzas de seguridad el 12 de junio.
El jefe de la policía Stephen afirmó este lunes que solo "algunas personas" tuvieron aquel día un
comportamiento encuadrado en esa figura penal, en lo que parecía un
retroceso respecto de las declaraciones de Lam sobre una "revuelta
organizada".
La excolonia británica fue testigo estos dos últimos
domingos de manifestaciones con una participación récord, así como de
una protesta no autorizada el miércoles que desencadenó la peor
represión policial desde que este territorio semiautónomo fue devuelto a
Pekín en 1997.
En 2014, Joshua Wong, que en aquel entonces tenía
17 años, se convirtió en una de las figuras más destacadas de la
"Revolución de los Paraguas", que bloqueó el centro financiero de la
ciudad durante semanas para exigir el sufragio universal.
Tras
salir de la cárcel este lunes, donde estaba desde mayo por hechos
vinculados a aquella revuelta de 2014, el activista se sumó a las
críticas contra la jefa del ejecutivo pro-Pekín.
Lam
"ya no está calificada para ser la dirigente de Hong Kong", dijo a la
prensa desde el exterior de la cárcel, y por ello "debe asumir su
responsabilidad y renunciar".
China por su parte reiteró el lunes que apoya "firmemente" a la jefa del gobierno hongkonés.
"El gobierno central
seguirá apoyando firmemente a la jefa del ejecutivo de la Región
administrativa especial" (Hong Kong), declaró ante la prensa el portavoz
del ministerio chino de Relaciones Exteriores, Lu Kang.
La
indignación suscitada por la violenta represión de la manifestación del
miércoles obligó a Lam a pedir "disculpas", reconociendo que
"deficiencias en la labor del gobierno llevaron a muchos conflictos y
disputas en la sociedad de Hong Kong y decepcionaron y angustiaron a
muchos ciudadanos".
Joshua Wong también aseguró que iba a movilizarse para conseguir la anulación del polémico proyecto de ley.
"Ahora
que he salido de la cárcel, me voy a sumar a los habitantes de Hong
Kong para oponerme a esta diabólica ley de extradición a China", agregó.
Según los detractores, el
proyecto de ley colocaría a la población de la excolonia británica a
merced del sistema judicial de China, opaco y bajo influencia del
Partido Comunista. Los círculos empresariales temen que la reforma
perjudique la imagen internacional de Hong Kong y su atractivo como
centro financiero.
En la protesta del domingo "tuvimos casi dos
millones de personas", afirmó a la prensa Jimmy Sham, del Frente Civil
por los Derechos Humanos, unas cifras que duplican la participación
reivindicada el domingo anterior, en una ciudad de 7,3 millones de
habitantes.
La policía, por su parte, dio una estimación casi seis
veces inferior, al calcular 338.000 personas en el momento de mayor
afluencia.
"Tenemos
que quedarnos aquí hasta que Carrie Lam cambie de opinión", insiste una
manifestante de 32 años, Candy, que se niega a dar su nombre completo.
Algunos sin embargo se preguntan sobre el efecto real de una posible dimisión del ejecutivo, controlado por Pekín.
"El gobierno chino enviará a otra Carrie Lam y no cambiará nada", se lamenta Kok, un estudiante de 21 años.
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