MADRID.- Hasta hace tan solo dos meses se contaban entre
las figuras más poderosas y temidas de Argelia. Su influencia no conocía
límites, operaban siempre entre bastidores y si rendían cuentas con
alguien, lo hacían solo con su círculo más cercano. Eran pilares del
régimen de Abdelaziz Buteflika, el hombre que dirigió formalmente
Argelia desde 1999 hasta el pasado 2 de abril, cuando dimitió tras seis
semanas de masivas movilizaciones en el país y después de que se lo
exigiese el Ejército, relata el diario español La Razón.
Ahora, siguiendo el derrocamiento del «rais»,
muchos de ellos han caído también en desgracia, en el marco de una
ofensiva judicial solicitada por la cúpula castrense argelina, que
pilota con recelo la transición en el país.
Una
de las personalidades más importantes detenidas estos días ha sido Said
Buteflika, hermano del presidente depuesto y considerado el hombre que
tomaba las decisiones en su nombre desde que el ex mandatario sufrió un
grave derrame cerebral en 2013. Junto a él, fueron arrestados también
los generales Mohamed Mediène, conocido como Toufik, y Athmane Tartag,
antiguos jefes de los servicios de Inteligencia del país.
«Hace
apenas unas semanas, nadie podría haber imaginado, ni siquiera por un
instante, que estas personas podrían llegar a ser arrestadas», señala a
La Razón Rachid Tlemcani, profesor de la Universidad de Argel.
Según
ha trascendido, la tríada está acusada de conspirar contra el Estado y
socavar la autoridad del Ejército, y su detención se produjo después de
haber estado durante semanas bajo el radar del jefe de las Fuerzas
Armadas, Ahmed Gaïd Salah, quien les había acusado de orquestar un
complot y de intentar descarrilar la transición en el país.
La detención de personas cercanas al círculo
presidencial, sin embargo, arrancó a finales de marzo con el arresto del
magnate Ali Haddad y otra docena de empresarios, entre ellos los
poderosos hermanos Kouninef. Asimismo, el ex primer ministro Ahmed
Ouyahia, fiel partidario de Buteflika, el ministro de Finanzas, Mohamed
Loukal, y el ex jefe de la Policía, Abdelgani Hamel, también se han
visto las caras con la Justicia en el mes de abril.
De
acuerdo con la versión oficial, todos los detenidos están siendo
investigados por corrupción, abuso de poder o conspiración contra el
Estado. Pero para muchos, esta ofensiva judicial es el resultado de una
lucha de poder liderada por Gaïd Salah.
En
esta línea, entre los detenidos no solo figuran personalidades cercanas a
Buteflika, sino también críticos con el mandamás del Ejército. De entre
éstos, el primero en ser arrestado fue el empresario Issad Rebrab,
considerado el hombre más rico de Argelia, al que le siguió este pasado
jueves Louisa Hanoune, secretaria general del Partido de los
Trabajadores y una de las voces más críticas con el papel actual de los
militares en el país.
Además, el hecho de que
las investigaciones se estén produciendo en un momento en el que las
reglas del juego en Argelia están en cuestión ha hecho saltar las
alarmas por la falta de garantías. «La lucha contra la corrupción
debería ser la tarea de una justicia transicional que, a su vez,
fortalecería el proceso democrático», opina Tlemcani.
Más allá de silenciar a rivales de Gaïd Salah,
los arrestos se han interpretado como un intento del jefe del Ejército
de apaciguar los ánimos de los argelinos escenificando la caída de
figuras muy impopulares.
Igualmente, algunos especulan con que la
detención de personas como Rebrab y Hanoune podría buscar dividir al
movimiento popular, ya que el empresario se considera un símbolo en la
región de la Cabilia, de mayoría bereber, y la líder política está
encasillada en líneas partidistas.
Pero si
estos eran los objetivos del Ejército, de momento no parecen funcionar,
ya que las movilizaciones no se han detenido ni siquiera con el arranque
del mes de Ramadán. Ayer, decenas de miles de argelinos volvieron a
manifestarse por distintas partes del país por doceavo viernes
consecutivo, y sus principales demandas seguían siendo la caída de la
élite del Estado y una transformación profunda del sistema.
Los
manifestantes recordaron al general Gaïd Salah, que tutela la
transición, que él mismo forma parte del régimen corrupto que pretenden
derribar y que, aunque aplauden la campaña de manos limpias que ha
impulsado, piensan que es parte de una estratagema para tratar de
desvincularse del pasado.
«No se dan por
satisfechos con cambios cosméticos», explicó Yahia Zoubir, profesor de
Estudios Internacionales en la escuela Kedge de Francia, quien anticipa
que, mientras las reformas no sean más profundas, los argelinos «creerán
que el régimen ha sobrevivido y que los arrestos son un ajuste de
cuentas entre clanes».
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