TEL-AVIV.- La convocatoria de nuevas
elecciones, apenas unos meses después de los últimos comicios, se
perfila como una posibilidad cada vez más clara en Israel, donde al
primer ministro Benjamin Netanyahu le quedan apenas unas horas para
formar una coalición gubernamental.
El futuro de Netanyahu, en el
poder desde hace más de diez años sin interrupción y 13 en total, parece
en peligro desde las elecciones del 9 de abril.
Netanyahu tiene hasta el miércoles a medianoche para
formar una coalición de gobierno, conforme al mandato que le confió el
presidente israelí, Reuven Rivlin, tras las elecciones.
Pero a
pesar de su triunfo electoral, el primer ministro se enfrenta a las
duras negociaciones con Avigdor Lieberman, el que fue su ministro de
Defensa.
De momento el partido de Netanyahu, el Likud, empezó el proceso de disolución del parlamento (Knesset).
Los
diputados aprobaron un texto en este sentido el lunes en lectura previa
y este martes en primera lectura. Existe incluso una fecha provisional
para las nuevas elecciones, el 17 de septiembre.
Sin embargo, la
ley tiene que ser adoptada en segunda y tercera lectura para que la
Knesset se disuelva. Y en caso de fracaso de las negociaciones antes del
miércoles por la noche sería posible un aplazamiento.
El
presidente Rivlin podría optar también por confiar la formación del
gobierno a otro diputado, una hipótesis que Netanyahu rechaza.
Netanyahu podría buscar formar un gobierno de minoría luego de un hipotético nuevo comicio.
Durante
una reunión este martes, el Likud dio su acuerdo para sumar a su lista
las cuatro bancas del partido de centro-derecha Kulanu, encabezado por
el ministro de Finanzas, Moshe Kahlon, en caso de nuevas elecciones.
Para
salir de la crisis, otra lista de centro-derecha, la del principal
opositor de Netanyahu, el general Benny Gantz, dijo estar dispuesta a
formar un gobierno de unión con el Likud. Un gobierno como este tendría
una sólida mayoría de 70 diputados sobre 120.
Pero el partido de Gantz pide que ese gobierno no incluya a Netanyahu, algo que él no parece querer aceptar.
El
Likud y sus aliados ganaron las elecciones, convocadas por Netanyahu
anticipadamente, un avance que los analistas interpretaron como un
intento de reforzarse ante su posible inculpación en tres casos de
corrupción.
Tras los comicios, Netanyahu parecía encaminarse hacia
un quinto mandato con una alianza liderada por el Likud y con fuerzas
de derechas y partidos ultraortodoxos, que representan el 10% de la
población.
Sin embargo, sus problemas judiciales le han hecho vulnerable a los intentos de extorsión política, advierten los analistas.
Netanyahu se enfrenta
ahora a la intransigencia de Avigdor Lieberman, jefe del partido laico y
nacionalista Israel Nuestra Casa.
Para obtener los cinco votos
de ese partido y llegar a 65 de 120 Lieberman exige la aprobación de una
ley para que los judíos ultraortodoxos tengan también que cumplir
obligatoriamente su servicio militar.
Una medida que muchos consideran justa pero que rechazan los partidos ultraortodoxos, socios de Netanyahu.
Los
observadores no coinciden en saber si la exigencia es una estrategia
Lieberman para obtener más o si hay un conflicto personal con Netanyahu.
"No
estamos buscando voltear a Netanyahu y no estamos buscando un candidato
alternativo, pero no renunciaremos a nuestros principios y promesas a
los ciudadanos del Estado de Israel", escribió Lieberman este martes en
su perfil de Facebook.
Celebrar nuevas
elecciones de manera tan rápida sería algo sin precedentes en Israel, y
existe preocupación por el costo y la prolongada parálisis política que
implicaría.
Sería también un duro revés para Netanyahu, quien el
lunes recibió el apoyo de su cercano aliado, el presidente
estadounidense, Donald Trump.
El presidente Rivlin dijo este martes que permitiría a
Netanyahu "utilizar todo el tiempo disponible según la ley, con la
esperanza de [no llegar] a la desafortunada situación de repetir
elecciones".
La Casa Blanca anunció este martes que Jared Kushner,
asesor y yerno de Trump y encargado de elaborar un plan de paz
israelo-palestino, viajará esta semana a Rabat, Amán y Jerusalén.
Su paso por Israel podría verse eclipsado por la política interior del Estado hebreo.
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