NUEVA DELHI.- Hambrientos, explotados y endeudados, los campesinos son
la principal fuerza de trabajo de la India y su descontento puede
resultar clave en las elecciones generales en curso, en las que aspira a
la reelección un muy criticado primer ministro, Narendra Modi.
En las zonas rurales del distrito de Mathura, en el norte de la India,
la llamada a las urnas esta semana ha coincidido con la época de cosecha
en los campos de trigo, por lo que en las filas de las precarias
escuelas habilitadas como centros de votación se apelotonaban los
granjeros iracundos con las cuentas frescas de un año de pérdidas.
Con miles de suicidios al año asfixiados por las deudas,
pobres ingresos, un incierto futuro y la creciente deserción de
granjeros para dedicarse a otras actividades, la situación de este
sector, que representa dos tercios de los 1.250 millones de habitantes
de la India, amenaza con convertirse en una auténtica crisis agraria.
En el pueblo de Nagariya, en Mathura, Radhe Shyam Rawat siega a mano
los campos de trigo junto a sus compañeros. Tras un año de pérdidas, el
campesino de 32 años, con la piel marchita y arrugada por sol, no puede
contener su rabia contra el primer ministro.
Radhe
levanta su dedo índice para mostrar la marca de tinta indeleble pintada
sobre su uña, seña de que, aunque ya está en la faena, fue uno de los
primeros en ir a votar, y de que se ha ganado el derecho a decir que el
mandato de Modi ha sido para los campesinos un periodo para olvidar.
"Enfrenté muchas pérdidas en mi cosecha, mi finca ha sido censada
muchas veces (para los subsidios), pero sin éxito. Los agricultores no
han recibido subsidio. Algunos dicen que nos darán 80.000 rupias (unos
1.000 euros), otros dicen que recibiremos 15.000 (unos 190 euros), pero
nada", reclama.
Tras multitudinarias protestas en
Nueva Delhi y en la porteña ciudad de Bombay, capital financiera del
país, con los reclamos de decenas de millones de campesinos, y poco
antes de que comenzaran las elecciones -que tienen lugar entre el 11 de
abril y el 19 de mayo-, el Gobierno les había prometido subsidios y la
exención de las deudas ocasionadas por los préstamos.
Pero "solo algunas personas han recibido 2.000 rupias (unos 25 euros)",
jura mirando a sus compañeros e invitándoles a corroborar que no
miente.
El sentimiento de los campesinos suele jugar
un papel importante en cada elección, y fue de hecho un factor clave
para que el histórico Partido del Congreso, de la dinastía Nerhu-Gandhi,
causara graves daños a la fuerza del gobernante BJP en varias
elecciones regionales celebradas en 2018 después de prometer una
condonación de las deudas.
La India es un país
sustancialmente agrícola, donde alrededor del 75 % de la población
depende, según el Banco Mundial (BM), de este sector que supone a su vez
el 18 % del Producto Interior Bruto (PIB) del gigante asiático, por lo
que el período electoral suele estar plagado de promesas hacia el
campesinado.
"Si alguien más llega al poder, solo
podemos esperar que nos ayude. Incluso si vuelve Modi, seguiremos
pidiendo que los agricultores reciban ayuda", reclama.
Aunque los campesinos tienen tasas preferenciales para acceder a
créditos bancarios, estos suelen ser muy bajos, por lo que los
agricultores terminan en manos de usureros que cobran tasas muy altas y
que se vuelven impagables con las pérdidas ocasionadas por la sequía o
las excesivas lluvias de monzón.
Al mismo tiempo, sin
tecnología para el almacenamiento de las cosechas, los agricultores,
sobre todo los más humildes, son incapaces de llegar a los consumidores
finales, y quedan obligados a vender los productos a los intermediarios
por debajo del precio mínimo base controlado por el estado.
Y así es como granjeros como Radhe venderán, por ejemplo, el trigo por
menos de 1.840 rupias el quintal, que equivale a unos 23 euros, o los
que es lo mismo, unos 0,5 euros el kilo.
"Tenemos
muchos problemas: carecemos de servicios, los canales de agua no se
limpian, el agua se detiene y destruye el cultivo", alcanza a decir
Ramemshwar Sing, entre una decena de campesinos que comparten a gritos
las penas, parado en la puerta de una escuela casi en ruinas en las que
se han instalado las modernas máquinas para la votación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario